Hace muchísimos años pasé meses recorriendo Siria, y el entonces magnífico museo de Damasco me topé con la tablilla de Ugarit, esa inscripción sobre un hueso que se dice que es el origen de la escritura.
La tarea me llevó de un lugar a otro, a cuál más fascinante para los que desde la infancia hemos perseguido cualquier manifestación escrita, y vi, toqué, fotografié y nunca olvidé la biblioteca de la ciudad Dura Europos, conservada desde el abandono del lugar como si fueran a abrir la puerta la mañana siguiente. Cubiertas del polvo de los siglos, allí estaban alineadas las tablillas de barro con caracteres cuneiformes que el arqueólogo que me las enseñó me describía con una agilidad que parecía fantasiosa. La hilera que abordó recogía las cartas que la reina del momento escribía al rey de otro territorio solicitándole información, amenazando con invadirlo o lamentando el fallecimiento de alguien cercano. Dura Europos fue fundada el año 300 d.C. y convivían más de diez lenguas en medio de calles hoy devoradas por el desierto.
Los romanos escribían cartas sin parar. Los soldados mandaban misivas a las familias en las que les reprochaban que no les contestaran con la debida prontitud, o que no les contaran nada interesante y se limitaran a pedirles cuentas de la soldada que cobraban y que entendían, la familia, que deberían repartir con más generosidad entre los que se quedaban en casa.
He tenido en mis manos cartas que Isabel la Católica envió al Rey Fernando solicitándole ropas que estaban guardadas en los arcones de Burgos, ya que pasaba por Trujillo camino de Granada y quería cambiarse de atuendo.
Carmen Bravo Villasante me dejó ver los originales de las cartas de amor que se cruzaron Benito Pérez Galdós y Emilia Pardo Bazán, antes de que Carmen las hiciera públicas, y fue emocionante contemplar en esas “pasionales” cómo dos genios de nuestra literatura caían rendidos a los sentimientos.
Las cartas que las madrinas de guerra escribían a los soldados en el frente durante la Guerra Civil española son los únicos ejemplos hermosos de los que se puede hablar cuando nos referimos a semejante atrocidad de nuestra historia.
La historia se repite sin cesar y hay elementos de la misma que forman parte de ella porque la estructura de nuestro ser se desmoronaría sin su existencia. Las cartas son uno de esos elementos imprescindibles para intentar comunicarnos, hacer saber cuáles son nuestras pretensiones, tratar de engañarnos con cierta habilidad o pretender hacer llegar sensaciones que, de otra forma, nadie conocería.
Recibí sorprendida la carta de Pedro Sánchez, suficientemente comentada. Úrsula von der Leyen va a escribirnos una carta a todos los europeos para que
sepamos de qué se trata algo que pretende hacer.
Dicen que Trump ha querido escribir algo a los americanos, pero tenía demasiadas dudas ortográficas.
Putin ha olvidado escribir y sólo se orienta ante el papel en blanco si amenaza, y es probable que quisiera copiar las atroces que Lenin escribió a su pueblo.
Aunque piensen que no están de moda, como dijo Sebag: “no las abandonen. Sin ellas nuestra vida es pasajera, y menos profunda”.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 16 de septiembre de 2024.
2 comentarios:
Tanta razón!! Que bonito documento has compartido!! Como siempre a tu altura !!! Lore ❤️
Interesante tu visión sobre la escritura. Me gustaría me mandaras la información sobre el nuevo premio de relatos de La Coronada, que he borrado sin darme cuenta. Ahora que tengo tiempo, quisiera participar con un relato homenaje a Don Antonio Reyes
Publicar un comentario