Querido Titín:
He ido a ver la exposición que el Museo de Badajoz (MUBA) te ha dedicado. No te iba a gustar el hecho de ver montada una exposición dedicada a tu obra y en la que el comisario Víctor Martín Medina ha diseccionado todo lo que a su paso ha encontrado de tu inmensa obra de ilusión, color y divertimento que has dejado, hace ya ocho años, que son como puñaladas en el corazón de los que tanto te quisimos y ahora te añoramos.
Esta exposición, que todo el mundo debe visitar y conocer, es el reflejo de una vida de lucha, en la que los sueños son lo más importante, para ponerlos de pie frente a un lienzo, y transmitirlos a los demás, como si te hubieras impuesto la misión de no defraudar a los que te rodeaban y hacerlos felices en la contemplación de una obra que, tildada de “naïf”, era mucho más que todo eso. En los huecos del alma, pintados a todo color, asoman de repente personajes que se repiten: el hombre del pelo y barba blancos, la vegetación que se añora, los oficios que se pierden, la exposición de la vida íntima en los balcones llenos de ropas tendidas, las cubiertas de tejas árabes fabricadas y pintadas una a una, y cocidas una a una, y colocadas una a una con la precisión de abejas que tejen panales en los que se cobijan miles de vidas que imaginabas y hubieras querido conocer, sin otra pretensión que aprender de sus bromas, saber si se les podría querer y si se dejaban abrazar, como tú hacías siempre que nos veíamos.
No te apetecía hacer nada que trascendiera más allá de las galerías en las que exponías o de los concursos en los que participabas, y compaginar tu vida de funcionario público con esta pasión por el arte, no era fácil, pero resultó provechosa, hasta que el sueño pudo con la realidad y la producción se incrementó, y mejoró, y creció más allá de nuestras fronteras diminutas de conocedores de ese arte que dicen infantil, pero que nos provoca la atención que todos deseamos despertar en quien nos contempla con el desdén del desconocimiento.
He paseado con detenimiento por las salas del MUBA, me he acercado y alejado de los cuadros que conocía para reconocerlos de nuevo, para emocionarme y querer llamarte para comentar cosas, porque aún guardo tu teléfono en el mío por si tengo que decirte algo, y se me ha hecho corto, pero desde la ensoñación que tu obra produce siempre, no me ha quedado más remedio que volver a la realidad, y pensar que estarías haciendo la Ruta de la Plata a pie, acompañado por Juan, José Ramón y Carmencita y Carmen a ratos, y que sería mejor dejar para otro momento la conversación porque te han ordenado el trabajo, han contabilizado la producción, han repasado tus éxitos, y desmenuzado tus pinceladas, como si fuera fácil saber qué es lo que por esa cabeza maravillosa está pasando.
Cuando vuelvas de la caminata, a lo mejor la exposición la han retirado, pero debes saber que lo merecías, y que a todo el que pase por ella lo has hecho feliz.
Un abrazo largo, largo.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 28 de octubre de 2024.