No entiendo nada de programaciones electorales, prácticas políticas, maniobras de modificación de comportamientos sociales, manipulaciones de opinión, o cualquier otro sesudo estudio que se dedique a mandar sobre las personas sin que ellas se den cuenta (o al menos eso es lo que se pretende); pero hay un denominador común en todas estas artimañas, que es mantener a todo el mundo enfadado, unos contra otros, otros contra los de más allá y en general bebiendo todos hieles de opiniones que enervan, asociaciones de ideas que inducen a la confusión, manipulación del lenguaje para que no se sepa qué es lo que se está diciendo y, en definitiva, un barrizal del que cuesta trabajo salir, no digo ya sonriendo, sino simplemente serios.
La condición de pueblo enfadado sin remisión, mostrando lo peor que cada uno genera de sí mismo frente al otro, fundamentado en la mentira más descarada (otros llaman a este comportamiento cambio de opinión), no sé en qué universidad o escuela de negocios se estudia y quiénes son los afortunados en la obtención de esos títulos, lo que sí sé es que los efectos que genera son demoledores.
Hace muchísimos años mi amigo Thomas J. Abercrombie, que era fotógrafo en National Geographic, me dijo que venía a España a retratar a las personas por su sonrisa. Imaginen el tiempo que ha pasado. En España se ha dejado de sonreír, pero no porque no seamos ocurrentes, no nos gusten los chistes y las bromas, o porque la abundancia de luz nos haga guiñar los ojos y esbozar una sonrisa falsa, no. No reímos porque lo que contemplamos a nuestro alrededor son broncas, amenazas constantes de catástrofes económicas, invasiones indeseables, fenómenos atmosféricos insalvables, empresas que se hunden, robos que afloran cuando los dineros ya están repartidos, comportamientos escandalosos que nos hunden la creencia en la elección que en su día se hizo de buena voluntad, mentiras sin tapujos para rellenar huecos de papel (ahora de pantallas), y de todo ello nos hacen culpables a los que vamos por la vida de buena fe, buscando un abrazo o queriendo darlo, gestionando lo nuestro y lo ajeno con la mayor fiabilidad, permaneciendo en el puesto de trabajo más horas de las que tiene el día, velando las noches en pos del estudio, viajando a pesar de los impedimentos que la gestión oficial impone, y a veces con ganas de quedarnos en la cama viendo cómo pasan los días a ver si se olvidan de nosotros.
He sido siempre de ocurrencias, bromas, chascarrillos y un buen humor a prueba de bombas. Siempre he visto la parte buena de las cosas, la necesidad de la diferencia, el conocimiento de personas sin prevención, afrontar travesías complicadas de proyectos que nadie quiere, pensando que con buen humor y un poco de fe todo se solventa y sigo pensándolo, pero ponerlo en marcha se hace cada vez más difícil, porque la risa se interpreta como burla, la fe como estupidez, conocer personas como molestia y coger proyectos difíciles como una irresponsabilidad que levanta sospechas porque ¡vete tú a saber qué andas buscando que no sea el beneficio propio!
Ya ven, han conseguido enfadarnos, hacernos sospechosos de nosotros mismos, y los que lo han conseguido, siguen autocomplacidos.
“Cosas veredes, Sancho, que farán fablar las piedras”.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 14 de octubre de 2024.
5 comentarios:
Así es!!! Calcado
Buenisimo artículo. Las redes sociales, las televisiones tendenciosas están entre las principales causas de que consigan enfrentarnos
Me ha gustado mucho tu artículo.estamos en un momento en que las mentiras, están a la orden del día, en que dicen una cosa y luego se retractan de lo que dicen, en el que no sabemos si venimos o vamos. Juegan al despiste y no sabemos dónde estamos. En fin, un caos de país.
Me gusta tu talante tanto como tú talento. Besos
Como siempre muy acertado. Reflejando la realidad de la vida cotidiana del ciudadano de a pie .
Publicar un comentario