LA ALDABA
el comecocos de todos los días
28 de octubre de 2025
MIS CHICAS
EL JARDÍN
Ha sido un verano durísimo. Mi jardín lo ha pasado mal. No le ha faltado agua, tampoco cuidados, ni presencia que pretendía mitigar la crueldad del tiempo sofocante, la ausencia de noches refrescantes, ni los empeños de los malditos saltamontes en comerse las hojas lobuladas del árbol de Judas, que se enseñoreaba provocando a los hambrientos bichos.
La dureza del clima sigue, y sufro las consecuencias de mi vigilancia en el riego. No riego lo necesario como para que las plantas se sientan felices. Mi padre decía que yo “mojaba”, y mi amigo Paco Salazar, que entiende de jardines y plantas como pocos, dice, cuando le digo los minutos que tengo adjudicados a los riegos controlados, que someto a las plantas a un nerviosismo en su crecimiento difícil de soportar cuando las condiciones cambian. Paco tiene razón: no tengo aceitunas este año, no han florecido las zamboas y no tengo membrillos, las naranjas las cuento con los dedos de una mano, las granadas han reventado antes de madurar… en fin, un verdadero desastre que he contemplado a diario, porque no he dejado de atenderlo, pero no ha respondido a nada.
El jardín es mi refugio, y me ha costado reconocerlo. En momentos complicados me voy a mirarlo, arranco malas hierbas, conecto la manguera y trato de recomponer las insaciables hortensias quemadas por el sol, recorto la hiedra, le doy vueltas al depósito de compostaje y me canso muchísimo físicamente, pero ahí, en esos ratos se me ocurren las cosas más peregrinas, atizo la imaginación y trato de encontrar solución a lo que me complica el sueño, que es más de lo deseable.
He adquirido tal dependencia de él, que cuando no lo paseo, lo echo de menos y mi cabeza se enreda hasta límites difíciles de explicar.
El invierno pasado llovió como hacía años que no ocurría. Soñé con un jardín desbordante, lleno de frutos (había podado a tiempo), paredes llenas de enredaderas perfectamente recortadas, porque mis vecinos, que no están al otro lado, protestan si alguna sombra de hojas verdes les invade, y con ese paraíso propio, silencioso muchas veces, en el que me siento libre y no lo necesito para leer, como casi todo el que me conoce dice que lo tengo, sino para lavar la cabeza por dentro y descansar machacándome físicamente, me las prometía más que felices.
Todo lo había imaginado perfecto, pero no ha sido así. El jardín no me ha respondido a los cuidados. Se ha acobardado ante las circunstancias, se ha sofocado ante la falta de aire fresco, se ha hundido en la abundancia de un agua inesperada que ha ahogado su capacidad de digerir esa cantidad insólita de riegos en el invierno, ha rechazado el apoyo emocional de la presencia constante, ha decidido por su cuenta que sólo mantiene feroz e invasivo el tapiz verde del suelo, para que trabaje más recortándolo y dándole la apariencia de lugar disfrutable, pero no me engaña. Hace muchos años que nos conocemos y sabemos, el uno del otro, de nuestras debilidades.
Sigue el calor. Sigo con el riego por goteo. Sigo empeñada en que me responda, voy y vengo sin cesar, pero sigo sin dormir bien. Algo nos pasa a los dos.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario Hoy de Badajoz el 27 de octubre de 2025.
PING - PONG
4 de septiembre de 2025
EL SILENCIO
LA BICICLETA
15 de agosto de 2025
LO QUE HAY
Hace días que dejé de escribir las dos columnas al mes que me publica el periódico.
Hace un mes que no escribo columnas, y vuelvo a enfrentarme a la necesidad de ser ocurrente, que alguien lea en medio de este calor, que sigan buscando en sus dispositivos por si aparezco y qué es lo que está pasando bajo mi punto de vista.
Me da una pereza enorme envolverme en el lodazal que nos circunda. No quiero hablar de lo que abre los noticiarios. Me produce tristeza la desconfianza y el mal humor generalizados, y me irrita profundamente la mentira descarada y la manipulación de los sentimientos ajenos.
Durante este tiempo tan corto, he revuelto papeles sin cesar. He descubierto cosas que tenía y había olvidado, como si no fueran importantes y no supiera que esos objetos me producen felicidad, sólo al tenerlos entre las manos. He pretendido poner todo lo hallado en primera línea, pero el paso de los días y los encuentros, han vuelto a dejarlos escondidos tras los que iban apareciendo y el resultado es que he trabajado, movido las cosas con pasión y sin conocimiento, y se han vuelto a perder.
Ahora he perdido la visión general que tenía memorizada. Ya no puedo ir a tiro hecho a rescatar lo que necesito de inmediato, porque he cambiado de sitio lo que no sabía que estaba ahí, y desde hace decenios no necesitaba. Me he complicado la vida, y creo que es lo que nos pasa con los recuerdos: afloran sin saber muy bien porqué, los revivimos, nos recreamos en ellos, y al volver a la realidad, no sabemos muy bien dónde estamos.
A lo mejor el caos presente que me incomoda, es producto de recuerdos que deberían haber sido borrados y no retenidos en alguna parte del agujero negro que es la mente de cada uno, allí donde se guardan los orígenes de nuestra vida, de forma imprecisa, pero real, porque las vivencias no se pierden nunca. A esta teoría que me administro con frecuencia, no soy capaz de aplicarle fórmula física ni matemática alguna, pero resulta que mi entorno ha cambiado de repente, sólo por mover recuerdos, por colocar lo que antes ya estaba ordenado de otro modo, y creer que lo que se había quedado al fondo del armario, carecía de importancia.
El lío es fenomenal, y como ha pasado el tiempo, a lo mejor lo que me pasa es que me cuesta más retener lo nuevo que antes, pero lo dudo.
Posiblemente, lo que debo aprender es que lo que hay, lo que me molesta, de lo que no quiero escribir, lo que no puedo contemplar fríamente y de lo que me siento más víctima que espectador, es a lo que me tengo que acostumbrar. El problema es que las articulaciones ya no son flexibles, las neuronas están fuertemente asentadas, los malos modos no los acepto, y que nos mientan a diario es complicado de asumir.
Tenemos todos la responsabilidad de intentar cambiar para bien, no aceptar lo que hay, aunque no reconozcamos el aspecto de las estanterías de nuestra vida.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado el diario HOY de Badajoz el 4 de agosto de 2025.
29 de junio de 2025
EL PASO DEL TIEMPO
10 de junio de 2025
ESTRUCTURAL
26 de mayo de 2025
GOYA EN BADAJOZ
12 de mayo de 2025
LOS LIBROS
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 12 de mayo de 2025.