12 de noviembre de 2023

SIN RUMBO

 


A veces la historia se escribe en las piedras que soportan el paso del tiempo. Algunas veces la historia se escribe en piedras que tapan restos humanos, sirven de homenaje, o luchan contra el olvido de los que, bajo el peso de las losas, se resisten a desaparecer, bien por voluntad propia o por la de sus deudos, que consideran la eternidad como algo propio y así deciden que el paso de tiempo lo sea por otros lares, y no por los terrenos de los que entierran.

Los paisajes también forman parte de la historia de las personas que los habitan. Los hay memorables, inolvidables e insustituibles. La mayor parte de estos son inamovibles, o nos lo creemos, porque si hemos contemplado otros que cambian con facilidad, como los desiertos que tienen vida propia, las playas que aparecen y desaparecen a voluntad de las corrientes marinas, los volcanes que entierran lo que antes era vida y los ríos que se abren camino sin contemplación en muchas ocasiones, podemos llegar a pensar que lo que creíamos eterno, no lo es.

La ciudad en la que vivo, Trujillo, tiene un paisaje de esos que se creían inamovibles, inolvidables e insustituibles, y resulta que no es verdad, que ese paisaje va a cambiar y desaparecer, si nadie lo remedia, en manos de la especulación, la voluntad desalmada de unos cuantos que consideran que esa vida generada hace miles de años no tiene importancia, que con su intervención, que dicen de futuro, pueden reventar el pasado, asolar lo protegido y herir de muerte a una población que no les ha hecho nada, que no se ha levantado contra ellos, que no les ha amenazado y que, en todo caso e inocentemente, les ha recibido con los brazos abiertos, creyendo las falacias hábilmente esparcidas con nombres de protagonistas que no lo son, puestos de trabajo que no existen y ríos de leche y cascadas de oro como las de Jauja, la de hace más de quinientos años, que todos creyeron y nadie conoció.

Trujillo va a ser víctima de su propia belleza. Esta ciudad única va a ser violentada por ser bonita, única y cautivadora.

Las manifestaciones de los que detentan el poder son cada vez más confusas. Nadie se atreve a parar la atrocidad, borran de las redes los comentarios que ponen las cartas boca arriba, se reúnen para que la cosa siga como si no les afectara, y culpan a los ciudadanos de una dejadez que nunca han tenido, porque los ciudadanos quieren a su ciudad.

Todo va sin rumbo. En medio de escándalos de todo tipo se refugian los que van a lo suyo, como si no fuera lo de todos. Mientras unos disparan a otros, se insultan sin empacho y nos atemorizan con comentarios de tiempos pasados que nadie quiere rememorar, las torres eléctricas siguen su marcha, nadie las para, y las promesas de rectificar errores, que no se deben cometer para evitar la rectificación, esas promesas sirven de lenitivo para la culpa del que acepta la herencia sin haber leído previamente las deudas del que le ha precedido, dejando en sus  manos la ruinosa fortuna de un paisaje herido de muerte, pero acceder al poder tiene ese problema: ciega y todo vale.

Recapaciten. Trujillo necesita futuro, y es su conservación, no la destrucción.

Matilde Muro Castillo.


Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 13 de noviembre de 2023.

1 de noviembre de 2023

LAS TORRETAS DE TRUJILLO

 



La agresión al patrimonio monumental de Trujillo que está siendo acometida por una supuesta fábrica de diamantes artificiales, programada por la anterior corporación municipal y autorizada sin empacho por la actual corporación, no tiene parangón en los atentados patrimoniales que esta ciudad ha sufrido a manos de los munícipes de turno, que no son pocos.

Esa funesta empresa, que lleva embolsados cientos de millones de euros de nuestros asfixiantes impuestos, ha tenido la desvergüenza de implantar torretas de luz que se genera en placas que arruinan el paisaje desde hace años y no generan otro beneficio para la ciudad que un puesto de trabajo de un vigilante, eso sí, ocupando hectáreas y hectáreas de un paisaje sobrecogedor.

Ahora, a menos de treinta metros de la muralla de Trujillo, perimetrándola, están instalando torretas de energía eléctrica de unos cincuenta metros de alto, dotadas de toda suerte de artilugios colgantes y luminosos. 

Trujillo tiene solo una vida: el turismo. ¿Qué va a ser de nosotros?, ¿qué va a pasar de los nueve mil habitantes que malviven sin transporte, sin comunicaciones de tipo alguno, ni medios de generar empleo?, ¿qué va a ocurrir de nuestras vidas si el turismo deja de venir, nuestro paisaje está destrozado, el peligro acecha a los animales que deambulen por él, los caminos libres hasta hoy se acotan con alambradas y todo empieza a estar prohibido?

¿Quién se va a beneficiar de esos diamantes sintéticos que nadie sabe hacia dónde ni cómo se comercializarán?, ¿dónde radica la bondad de una fábrica que se lleva nuestros impuestos a cambio de nada?, ¿quién leyó en el anterior gobierno los diseños? ¿quién ha autorizado semejante atrocidad? ¿no viene nadie a Trujillo con sentido común a ver qué están haciendo?, ¿la actual corporación no está viendo lo que ocurre e interpone un interdicto de paralización de la obra? A nadie le importa nada excepto a los que desde la época romana viven en este enclave con una portentosa historia que, en muchos casos está justificada sólo por el impresionante paisaje que alberga la ciudad.

Después de tantos años de lucha denodada por mi parte para la conservación de este patrimonio único en el mundo, me encuentro con seres absurdos, incapaces, enfermos del dinero y los vicios que necesitan financiación para mantenerlos, y colocan sus firmas en documentos que, los que engañan con proyectos fallidos y fantasiosos, exhiben como triunfos frente a lo abominable de sus actos, porque  “han pasado todos los trámites administrativos”, es decir, hemos arrasado una población con el visto bueno de sus gobernantes pasados y actuales.

Alguien con sentido común tiene que parar esta atrocidad. Alguien se tiene que hacer eco de este desmán. No hace falta un gran esfuerzo, no tienen nada que investigar, no hay nada que buscar. Párense frente a la muralla de la ciudad, kilómetro 1 de la nacional 521 y miren hacia cualquier lado. Se llevarán las manos a la cabeza, y encima nos dirán a los habitantes de esta ciudad que ¿cómo lo hemos consentido?

Ayuden por favor a que esto se pare, y si ponen pegas de dinero, no se preocupen, los impuestos que pagamos cubren cualquier demasía.

Matilde Muro Castillo

Artículo publicado en el diario H0Y de Badajoz el día 30 de octubre de 2023.


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