27 de mayo de 2015

ENCANTOS



El prepotente primer ministro británico, ese con aspecto de tener una vida detrás de la pública de dudosa reputación, se va de gira por Europa para mostrar sus "encantos".
Este señor me tiene furiosa, porque se permite marcar el paso al comportamiento del resto de la Humanidad, poniendo en valor la conocida pintada de un puerto británico en el que se comunicaba que Europa estaba separada de las islas por un estrecho.
Esos, los británicos a los que él representa, son seres confundidos al creer que son especiales, que el mundo gira a sus pies, que sus caprichos son obligaciones del resto de los mortales y que aunque circulen al revés, ellos son lo más.
He conocido de primera mano el daño hecho por estos sujetos en las colonias a las que asolaron, cómo mantuvieron el sistema de castas y clases por donde pasaron, aplastando y mostrándose siempre superiores en razón de rarezas endémicas, y cómo ahora quieren limpiar sus calles de los que les sirven, cuidan a sus hijos, vigilan sus portales, barren las calles, sirven en los pubs y se callan las barbaridades que contemplan.
Este sujeto pretende poner rejas a esa isla y marcar como animales a los que trabajan, quedándose con su esfuerzo en nombre de la falta de agilidad de su burocracia, que no legaliza cuando debe a los emigrantes.
Quiere que Europa se rinda a sus pies, y todos aplauden.
Yo le pondría una pulserita cada vez que entre en cualquiera de los países, para comprobar que se ha marchado de nuestra casa.
Es más peligroso de lo que parece el fanfarrón.

22 de mayo de 2015

SOBRAN








Una niña en la calle dormía bajo la protección de los cartones que los amigos le proporcionaban. Dormía mal, pero el suelo no le parecía ni duro.
Años en esa situación, defendiéndose de las agresiones cotidianas y esperando que su piel se confundiera con el anochecer para poder salir a revolver entre los montones de basura y encontrar algo de valor, o si fuera posible, algo que llevarse a la boca. La basura era generosa y sobrevivió hasta que la policía la lleva a un orfanato.
Desde allí, donde le cortan el pelo sin compasión, vuela a España y es adoptada.
Estudia, se esfuerza, la rechazan por su color pero sigue, sigue, sigue... y se marcha a Estados Unidos a terminar de formarse y a sentirse una más. 
En USA anochece y amanece de otro color: su piel es como la de los demás.
Su madre no la ve ni la abraza y la echa de menos cada día, cada hora, cada mal rato... pero sabe que es feliz a rabiar, que la quieren y que triunfa como nunca pudo nadie imaginar en esas calles llenas de basura y miseria.
Ahora su madre lee que gente como ella está abandonada en alta mar, que los ingleses dicen atrocidades, que hay que contar a la gente por su color y procedencia y que sobran en todas partes.
Si esa gentuza supiera el amor que albergan esos corazones, la capacidad de estudio y las ganas de vivir... cerraban la boquita y se suicidaban por el bien de la humanidad.
Esa niña que vino es mi hija.

21 de mayo de 2015

PALMIRA









En 1992 estuve allí, y fue un sueño hecho realidad. Desde la ventana del hotel inaugurado en 1927, que estaba en el centro de las ruinas, se veía cómo el sol salía y al atardecer se escondía detrás de la columnata principal enmarcado por el arco que permitía el acceso al templo.
Vivía en medio de una ruinas únicas en el mundo, de las que emocionan y dan ganas de barrer con cepillos hechos de plumas de pavo real, porque había que acariciarlas, tenía que ser consciente de que pisaba esos caminos que atravesaron las más increíbles caravanas, donde en la época romana se celebraron las tragedias y comedias más innovadoras en el teatro que se mantenía íntegro.
Las calles donde los carros había trazado huellas hundiendo su forma en el mármol blanco del pavimento, el cielo azul a rabiar y limpio como escudo protector, las columnas caídas aparentemente con cuidado, porque muchas estaban enteras reposando en el suelo, acogidas por alfombras de arena fina, cada vez más fina, casi imperceptible cuando el viento de la noche, el que hiela el desierto, sonaba con notas musicales al acariciar la partitura de sus fustes labrados.
¿Y ahora qué? Nada más. Sólo me quedan los recuerdos, las fotografías a miles que hice, y la tristeza infinita de saber que no sirve de nada hablar frente a la barbarie del que no quiere escuchar y usa su analfabetismo como venganza.

4 de mayo de 2015

ASOMBROSO









Después de un fin de semana cargadito he repasado los periódicos en un momento de tranquilidad, y me he descompuesto al ver que la corrupción en nuestro país parece marca de la casa (léase el innombrable pepero presidente de la Diputación de Valencia), y que los hombres que han sido el pilar de la defensa de los trabajadores no han tenido la vergüenza torera de pedirnos perdón a los españoles por su gestión con los dineros europeos durante los últimos diez años (unas veces por acción y otras por omisión)
Ver a los dos padres sindicalistas pidiendo que se cumpla con honradez, diciendo que hay que hacer lo que ellos no hacen y que no están dispuestos a marcharse ni con agua caliente, me revienta el hígado. Los sindicatos no tienen predicamento y su ejemplo es grotesco para los que ya habíamos perdido la fe en todo.
Ahora ¿en qué creemos? ¿En la empresa? Han conseguido poner al furtivo de guarda del coto. Alucinante de verdad.


3 de mayo de 2015

PENA

El terremoto de Nepal me ha bloqueado el espíritu. Aparento normalidad y que todo ha de seguir, pero inmediatamente me pregunto: ¿cómo? Conozco Nepal desde hace muchos años. A su gente, los paisajes, el desgobierno, la miseria, el abandono de los pobres, la humillación sistemática de los prepotentes escaladores a los sherpas, la sonrisa tatuada en la cara de los niños, el frío de la noche, las fritangas callejeras, hermosa artesanía, creatividad, reinas niñas, patrimonio cultural inenarrable... Y en medio de todo la fe en una religión que todo lo justifica.
Ahora sólo faltaba hacerles creer que el terremoto es fruto de su mal comportamiento, que por eso son tan pobres y que se lo merecían.
Por favor, no los podemos olvidar en décadas. Nos necesitan, el hambre y el frío no perdonan y los nepalíes son los guardianes de culturas ancestrales, de una naturaleza incomparable y una manera de ser única en la humanidad.
En las faldas del Himalaya volverán a crecer orquídeas, pero no las suficientes para ponerlas en cada uno de los recuerdos que se han transformado en humo.