11 de octubre de 2015

NIÑAS

No puedo callar.
 Es el día de lo más importante que tiene la Humanidad entre sus manos: las niñas. Ese objeto oscuro del deseo de los feroces gobernantes de TODAS las latitudes, colores y ambientes. No hay nada mejor ni más frágil para hacerse con ellas. Se las puede maltratar, asesinar, evitar que nazcan, humillar, insultar, poner en duda todo lo que hagan, quemar con química, experimentar con tratamientos de belleza, obligar a que adelgacen hasta la muerte, decirles que sin comer se vive más, no aceptarlas porque son gordas, o tienen gafas, o no saben hacer el pino.
Se las puede machacar hasta el infinito. Secuestrar, casar en contra de su voluntad, hacerles que paran sin querer ser madres, amputarles el clítoris (ablación es más suave), no dejar que crezcan sus pies, hacerles que crezca el cuello como si fueran jirafas, adornarlas con pulseras de esclavas, desnudarlas para poseerlas con la mirada, vestirlas para desnudarlas después.
También se puede evitar que aprendan a leer, que no sepan escribir, que se formen mejor que nadie pero que no lo digan, que manejen los entresijos de los gobiernos pero que no lo digan, que sirvan sin dejar de sonreir, que den opiniones sin que se oigan, que callen, que frieguen, laven, planchen, borden y frían bien los huevos con puntillitas.
Que sus guisos se recuerden siempre, pero que las estrellas se las lleven los que se los comieron antes. Que asciendan a los cielos, pero que se pasen de órbita, porque hasta donde se alcanza, sólo caben niños.
Cuando no haya "día de las niñas", me callaré.