23 de mayo de 2007

EL MÁS ALLÁ


Ha caído agua del cielo como si allí arriba hubiera también inundaciones. No es de extrañar que todo ande desbordado, entre guerras de aquí e injustas transmisiones de personas, que me parecen imprescindibles, al Más Allá, creo que la balanza anda descompensada.

El día de ayer parecía tranquilo, pero terminó cargado de emociones. El dentista se empeñó en demostrarme sus habilidades con líquidos, inyecciones, pastas, cerámicas, luces y lejías. Un horror soportable con la boca abierta y sin poder decir ni pío. La verdad es que Elías no me hace daño jamás, pero se hace fuerte frente a mis silencios forzados, y lo sabe.

Tratando de relajarme, aunque el aspecto del Cáceres que recorría que pone de los nervios (traseras del Hotel ARA), me adentré en una papelería en la que encontré sobres para enviar cartas, como los de antes. Por fín!. Al de la imprenta, además de dejarle un hueco en la sala de máquinas, le pagué lo que nunca hubiera creído que iba a vender, y me dí cuenta de que era verdad, de que siempre hay rotos para descosidos. El impresor y yo sabemos que me debe la vida económica de su negocio, pero no voy a desvelar las razones. Se quedan para ser repartidas en otros escritos a conveniencia de los mismos.

Recibí una información del Más Allá, ese espacio calificado de inocuo, pero que tiene a la gente que tanto he querido y sigo añorando. La información me dejó confundida ante la fe demostrada por la persona que sirvió de intermediario. ¡Qué trabajo me cuesta dejar de ser creyente sólo en lo que se toca!, pero dicen que todo ayuda. No lo sé. Yo, que me muevo sólo con papeles, sentencias, certificados y declaraciones juradas, creer que el aire transporta "impregnaciones" me remite sólo a las alergias. Inevitable comparación.

La tarde parece leve.

23 de mayo de 2007.



22 de mayo de 2007

MIENTRAS ELLA DUERME


Salimos a pasear cuando nadie lo esperaba. No hace buen tiempo para nadie de los que me acompañan, pero la temperatura se lleva en el corazón. Estoy encantada a pesar de las quejas que oigo a mi alrededor acerca del exceso de agua.
Ahora, paseando, me doy cuenta de que el día ha transcurrido como si no hubiera ocurrido nada y la verdad es que me he matado a trabajar. Habré dicho "buenos días" unas doscientas veces, he sonreído sin ganas, he saludado y me he interesado por lo de los demás, bajo la atenta y sospechosa mirada de mi superior, al que las conversaciones ajenas le sublevan.
Un pedacito de "El extranjero" de Camus, me ha vuelto a la realidad antes de salir. Tengo el libro sobre la mesa del comedor, y esperando a que la perra se sacudiera la pereza y llenara de pelo su alrededor, he ojeado una página: " usted seguro que ha deseado tener otra vida¡ Le contesté que naturalmente era así, pero que no tenía más importancia que desear ser rico, nadar muy rápido o tener una boca mejor hecha".
Estoy caminando dándole vueltas al tema, y creo que lo mejor que puedo hacer es no perder el tiempo pensando en cosas inalcanzables: nadar rápido, tener otra boca o disponer de otra vida. De momento, lo que de verdad me preocupa es la puerta que están cambiando en esta casa, y que está quedando horrorosa, con la bendición de las autoridades locales, a las que las puertas de aluminio les interesan lo que a mí nadar rápido.
22 de mayo de 2007