29 de diciembre de 2021
UN TOQUE
14 de diciembre de 2021
EL ESPEJO
29 de noviembre de 2021
APRENDER
1 de noviembre de 2021
DIFUNTAS Y HUÉRFANOS.
18 de octubre de 2021
LA MINA (y van 2)
Descubierta de lignito en Garzweiler, Alemania
Pocas veces en mi vida he contemplado un espectáculo tan bochornoso como la rueda de prensa del encargado de dar la cara de la empresa que quiere abrir una mina de litio en Cáceres.
O yo me he vuelto loca, o esas explicaciones que pretendían dar acerca de la comprensión con la población enamorada del paisaje de Cáceres para destrozarlo, hacían reír y llorar al tiempo.
Ustedes, señores del litio, ¿saben que el público al que se dirigen entiende lo que se les dice?, ¿alguna vez se les ha pasado por la cabeza aceptar que no es no?, ¿saben que las mentiras, por poca luz de la que dispongan esas mismas mentiras acaban saliendo a la superficie?, ¿saben que no nos fiamos de ustedes ninguno de los interesados?, ¿qué más van a prometer?, ¿qué desconocimientos tratan de imbuirnos para que aceptemos sus desmanes?, ¿con qué tipo de banda tratan para hacer desaparecer milenios del planeta a favor de sus bolsillos? Seguiría así hasta el infinito, pero no merece la pena, porque hay que dejar sitio a los que luchan en la calle, a los que se manifiestan haga frío o calor, a los que se pasan horas en los registros oficiales presentando reclamaciones ante semejantes pretensiones, a los que, en definitiva, no escriben en medios de comunicación porque no tienen sitio ni ganas, pero se baten el cobre perdiendo el sueño, colgando en sus balcones pancartas que niegan la mina, poniéndose camisetas con lemas que rechazan el latrocinio que ustedes pretenden, educando a sus hijos en la bondad y la necesidad de colectivos que luchan por lo que creen, y enseñando que eso es libertad.
Ustedes podrán contratar a políticos corruptos, que se adentraron en instancias municipales para (supuestamente) allanarles el camino de las concesiones, podrán diseñar parques idílicos, cuevas de hallazgos inexplicables, cauces de ríos subterráneos para que generaciones futuras vayan a bañarse al fresco, caminos de nubes interiores de color rojo, dejar huellas de bombas, líneas de ferrocarril que no se ven … pueden ofrecer lo que se les pase por la imaginación, pero no lo queremos.
Queremos que se vayan a otro sitio con sus pretensiones siniestras. Mejor, queremos que abandonen cualquier tipo de propuesta que pueda destrozar nuestro planeta en cualquier parte del mundo, llevando implícito el desprecio de la población, el uso de recursos protegidos, la paz de las personas que viven sin molestar a nadie y amenazando el futuro de generaciones (no tan lejanas) que contemplarán impertérritos cómo fue posible que nosotros nos rindiéramos ante tamaña salvajada.
Ese potencial económico que dicen tener, que auguran propiciar y que dicen saber administrar, empléenlo en educación, cultura, salarios dignos a sus trabajadores, aprender qué es verdad y qué es mentira. Si el alcalde de Cáceres ha dicho que no, no insistan. Es la máxima autoridad de la ciudad y con más poder que ustedes. Acéptenlo, porque hay veces en las que se pierde.
¡Ah! No olviden que las personas con banderas en sus casas, camisetas de protesta, manifestaciones, pasquines en contra de ustedes, pegatinas en las farolas y sueño de futuro en paz, siguen ahí. Es por si lo olvidan. Seguimos ahí.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 18 de Octubre de 2021.
6 de septiembre de 2021
EXTRANJERÍA CÁCERES
Había solicitado cita previa en extranjería de Cáceres para acompañar a la persona que había dado de alta, con la intención de que esa persona presentara sus documentos y se procediera a su legalización en España.
Esta persona enfermó repentinamente, de bastante gravedad, y me acerqué a la oficina a tratar de cambiar la fecha de la cita, con los justificantes médicos correspondientes, y hete aquí que en la puerta de esa oficina hay un hombre armado, uniformado con los galones de una empresa de seguridad, detrás de una barandilla, fumando a placer y ordenando a los asistentes que se mantuvieran en perfecto orden de llegada, organizando la fila a pleno sol, y sin posibilidad de que nadie le dirija la palabra si previamente no es él el que llama con una hoja de papel en mano que, al parecer, contiene los nombres de las personas que tienen cita.
Intento acercarme para decirle que no tengo cita pero que quisiera hablar con un funcionario de los que, supongo, están dentro. No. Usted tiene que pedir cita. Ya, pero no soy la interesada, que está enferma. No me cuente cosas raras. Márchese y pida cita.
Le ruego señor que, aunque no pueda entrar, avise a un funcionario para que, aunque sea en la calle, me atienda ante una urgencia. Yo no aviso a nadie. Aquí se hace lo que yo digo y usted no puede entrar, y aléjese detrás de la barandilla y póngase en la cola. Señor, no tengo cita, no me va a llamar, se trata de un asunto urgente que usted no puede solucionar. Si yo no lo puedo solucionar, no lo soluciona nadie. Señor, usted no es funcionario; tengo que hablar con un funcionario y mostrarle unos documentos que han surgido por una urgencia. Le he dicho que usted no entra, y aquí se hace lo que yo digo. Le ruego por favor que avise a alguien con autoridad de dentro, y que salga.
Se dio la vuelta, entró en el edificio, cerró la puerta y … pasaron cinco eternos minutos hasta que volvió a salir lista en mano a llamar a una de las personas que, haciendo cola al sol, sobrevivían al mandato del portero.
Alguien que conozca esta oficina siniestra lo confirmará. No se atiende a nadie que no pasa por el filtro del portero de discoteca. No hay la más mínima empatía con los seres humanos que tratan de legalizar su situación en este país a través de trámites en la provincia de Cáceres. Los expedientes se alargan años, años y años. Los criterios están al servicio de los funcionarios. No se aplican las mismas normas aquí, en Madrid, en Barcelona o en Ciudad Real. Cuando a alguna gestoría le dices que quieres legalizar a alguien con domicilio en la provincia de Cáceres, se echan las manos a la cabeza y te piden que empadrones al trabajador fuera, donde sea, pero nunca en Cáceres porque no lo van a legalizar jamás, van a aterrorizarlo intentando entrar en la oficina y, lo que es peor, van a humillarlo hasta odiarnos.
Lo he vivido, y por eso lo cuento. Si alguien que puede corregirlo, lo lee, ponga remedio por favor. Necesitamos personas que quieran trabajar. Nos sobran matones.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 6 de septiembre de 2021.
23 de agosto de 2021
LA GUERRA INFINITA
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 23 de Agosto de 2021.
25 de junio de 2021
EL DOLOR
EL DOLOR
Me fui a la cama acongojada ante la noticia del hallazgo del cadáver de la niña Olivia en el fondo del mar. Me impresionó aún más la noticia al saber que a su lado hallaron otra bolsa vacía, y más cosas, y que seguían buscando.
El día siguiente ha sido complicado porque la angustia del hallazgo, y a la vez, pérdida definitiva de dos vidas incipientes por maldad, ha condicionado las horas siguientes. Las conversaciones en el café, el tono de voz de los locutores de la radio, que no sabían cómo zafarse de la angustia del momento, el pensamiento clavado en la pena de la madre que, imagino, no se lo puede ni quiere creer y a la que, por mucho que intenten tranquilizarla, se le ha ido la paz para siempre, la sucesión de noticias que, decían los transportistas de nuevas, que eran imprescindibles para seguir viviendo: selección española vacunada, poderosos reunidos dándose codazos, la pandemia que sigue, la lucha por poner en libertad a quienes cometieron delitos para parecer buenos, los marroquíes disparatados amenazando con quedarse Ceuta para siempre, los hombres del tiempo anunciando tormentas de cuarenta grados o más, las salas de fiesta que abren, y de todo esto ¿qué?, ¿qué importa?, ¿qué es trascendente?, ¿qué nos mantiene despiertos?, ¿qué no nos deja respirar tranquilos? El mal. El mal por el mal, porque existe, porque no hay nada que trate de explicar, o camuflar, la animadversión delictiva de determinados hombres por mujeres, a las que sólo les desean el mal.
Esa maldad existe, ese horror puebla nuestra sociedad milenaria. Ese enfrentamiento sin razón de sexos opuestos, en el que sólo se utiliza la fuerza física y, por ende, la violencia, es parte de nuestra forma de vida, de la que no estamos dispuestos a cambiar, y sí estamos dispuestos a justificar envueltos en modos de ser, caracteres especiales, momentos de ira, enfrentamientos irracionales o enfermedades sin catalogar.
No hay nada de eso. Hay maldad, hay gente que disfruta con hacer sufrir a los demás. Hay gente que se ve realizada matando seres humanos, descuartizando cadáveres de quien previamente han asesinado, manifestando su fuerza a base de mandobles judiciales, burocráticos, humillaciones lacerantes en el pensamiento y perversos en la concepción de la idea y su posterior realización.
¿Creen que las películas de terror nacen de sueños?, ¿creen que cuando salen balas de metralletas por miles, hacen decidir a una madre entre asesinar a su hijo o a su hija, utilizan motosierras para asesinar en campus, o entierran en hormigón a supuestos enemigos, son ocurrencias del guionista? No. Es la vida misma. Es el ser humano, que es capaz de lo peor a cambio de una sonrisa de supuesta victoria.
Las mujeres somos el objetivo de los jefecillos desde siempre. Ahora se habla de ello, pero el dolor que nos ha silenciado unos minutos, la angustia si perdemos del campo de vista a nuestros hijos un segundo, el terror a que se crea grande si nos ve llorar, eso no se pasa, y como no se pasa no se olvida.
Queda mucho por aguantar, mucho por hacer, y aún más por dejar de justificar.
Matilde Muro Castillo.
(Artículo publicado en el diario Hoy de Badajoz el día 14 de junio de 2021)
1 de junio de 2021
IMPACTO AMBIENTAL
20 de mayo de 2021
ESTO DEL TIEMPO
5 de mayo de 2021
AVISO A NAVEGANTES
23 de abril de 2021
DIFÍCIL
Esta columna ha sido publicada en el diario HOY de Badajoz el lunes 19 de abril de 2021
8 de abril de 2021
LA HUCHA
España ha sido siempre un país pobre, que de repente se ha creído rico y ha tirado por la borda la inmensa fortuna de la que disponía sin saberlo: sus habitantes.
Desde que perdimos el oremus la cosa ha ido de mal en peor. No reconocemos las hazañas protagonizadas por paisanos que atravesaron el mar sin saber nadar, con el arma de la religión y el vello corporal, para asustar a los habitantes del otro lado del océano y ahora agachamos la cabeza cuando nos llaman asesinos, ladrones, invasores y toda clase de lindezas insoportables.
No nos damos por aludidos cuando se habla del esplendor de nuestro arte, de la belleza de nuestra lengua, de lo insólito de nuestra literatura, del sueño de nuestros paisajes, las arenas de nuestras playas y la bondad de nuestro clima.
Tenemos tendencia a mirar hacia afuera. A lo nuevo, lo escandaloso, lo que no sale de aquí, lo que nos prestan más que lo que conseguimos con esfuerzo, lo que nos venden más que lo que vendemos, lo que crean sin reparar previamente en nuestros creadores … y poco a poco, la hucha de lo que se puede atesorar se vacía.
Ahora esta situación pandémica nos arrastra al interior de España, nos prohíbe disfrutar de la costa, nos impide salir de las regiones y ¡oh maravilla! Hay una España llena de personas con las que nos identificamos, museos que desconocíamos pero que estaban ahí, fiestas populares que se han refugiado en los balcones porque no sirven las aglomeraciones de las plazas. Ahí, a nuestro lado está la fábrica del queso que compro en la gran superficie, más allá los panaderos de toda la vida que pensaba que habían muerto, a la vuelta de la esquina siguen los cordeleros pasando penurias como nunca antes. Ahora, que hay más silencio, se escucha el ensayo del violoncelo por las tardes en el balcón de enfrente, se oyen pájaros que parece que han vuelto, y es verdad que nunca se fueron, el perro de la vecina ha dejado de ladrar porque ella está a su lado todo el día mientras trabaja desde casa, y sale con él a pasear cuando aborda la calle.
Ahora, siempre ahora, gastamos menos porque nos quedamos agazapados ante el embate de la fiera invisible, llenamos la hucha y a pesar de este ejercicio de contención y los buenos resultados de la cuenta corriente, seguimos siendo pobres españoles que no sabemos administrar nuestro ser y estar en el mundo.
Nos falta orgullo de pueblo, querernos a rabiar sin enfrentamientos, echar fuera de nuestro ser el reproche, el odio inmisericorde al ajeno por distinto, bajo, alto, bueno o cruel; y nos dejamos que se rían desde fuera de nosotros, como si esa risa no fuera más que envidia de lo que tenemos y no sabemos ver.
Nuestra torpeza es la falta de visión. No saber que la hucha se puede romper, y que lo que guardamos con vergüenza y desconocimiento, es nuestro.
Ser español es un sueño, nunca una pesadilla. Si lo disfrutamos, las cosas irán mucho mejor, a pesar de los que no se lo creen.
Matilde Muro Castillo.
Este artículo ha sido publicado en el Diario Hoy de Badajoz el lunes 5 de Abril de 2021.
22 de marzo de 2021
QUEJAS
- Buenos días. ¿Qué tal el fin de semana?
- Espantoso. Lo he pasado poniendo lavadoras, planchando, arreglando la casa, haciendo comida para la semana, y me han tocado los niños porque su padre se ha ido de caza. Un horror.
- No lo entiendo. Si tienes tanto que hacer, que se quede sin caza.
- Sí. Es fácil para ti. Mejor no sigo hablando.
- ¿A ti cómo te ha ido el fin de semana?
- Pues como el resto de la semana. Muy mal. Metido en casa. Con miedo al virus este que me tiene agotado y muerto de miedo. No sé si he hecho algo. El ambiente es tremendo para tomar decisiones. Creo que no voy a hacer nada que no sea ir y venir, y veremos si no me doy de baja para poder soportar lo que nos queda.
- Pues dicen que nos vacunan rápido.
- ¿Rápido? No sabes lo que dices. Esto va para largo, porque nada funciona. No hay vacunas, no hay gente vacunando, no hay espacios, no hay nada previsto.
- Pues yo creo que se está haciendo lo que se puede. Esto es un tsunami que nos ha barrido a todos y habrá que reponerse.
- ¿Cómo te vas a reponer, si nadie nos hace caso? Nadie cobra, nadie vive, nadie gana para sobrevivir. Gracias a la ayuda de las Oenegés estamos tirando, ¿Si no? Ya me dirás de qué vivimos.
- Efectivamente la situación es dificilísima, pero con ese ánimo no tiramos. Es verdad que los alquileres son inasumibles, pero antes del Covid ya lo eran. Que los salarios son ínfimos, que las ayudas no llegan con rapidez, pero sólo oigo quejas y quejas.
- ¿Y qué quieres oír?
- Un poco de ánimo. Un poco de alegría por seguir vivos frente a este monstruo que nos ha invadido. No sé. Dejar de protestar y echar una mano a quien no puede tirar de este carro tan pesado.
- Si, todo muy bonito, pero se han acabado las piezas para fabricar bicicletas y es la única cosa que funciona en la industria española, se han helado las frutas con Filomena, han suspendido la Semana Santa porque les ha gustado a los que mandan, se han cargado la industria de restauración, les ha explotado un cohete que nos ha costado una fortuna, las colas del hambre dan vueltas a las manzanas de los edificios de Madrid … puedo seguir hasta el infinito.
- No lo dudo. Con tus extintas ganas de vivir, nada se puede remontar. De todo lo que me cuentas, me creo la mitad de la cuarta parte y, si te sigo el rollo, me hundo hasta el final del túnel. Es todo tremendo, dura mucho, se ha llevado muchas vidas por delante, nos ha dejado un país esquilmado y endeudado para generaciones futuras, pero hay que salir como sea. Pobres, con una economía lastrada, con angustia por vivir, miedo y sin aparente futuro, pero las quejas me hartan, y producen más canas de las que puedo aguantar. Mañana martes, seguro que es mejor.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en HOY de Badajoz el 22 de Marzo de 2021.
10 de marzo de 2021
MÁS MUJERES
MÁS MUJERES
Matilde Muro Castillo.
Hoy, en medio de la bronca política habitual, echamos la vista dentro para seguir buscando la justificación, que no parece posible encontrar, del porqué de la presencia de la mujer en la vida cotidiana desde el principio de la humanidad, y hasta ahora.
Han aparecido las matemáticas de la NASA, la descubridora del radio, la inventora de Internet, la creadora de la tortilla francesa, las de detrás de todos ellos, las que silenciaron, las que chillaron, las que se revolvieron y las que murieron en silencio dejando escritos asombrosos de filosofía, literatura y teatro, aunque fuera su marido el que firmaba las obras y recibía aplausos sin fin, las denostadas por saber pensar, las rapadas por ser comunistas, las que hicieron de su vida la de los demás.
El esfuerzo por el reconocimiento es ímprobo y seguirá siendo inagotable, porque la capacidad de ocultación de los modos y maneras de la sociedad que nos hemos dado, es tan eficaz que, aunque pensemos lo contrario, las mujeres seguimos siendo objetos de sospecha, poco valoradas, puestas en duda habitualmente, tachadas de fantasiosas, tenemos días malos, pensamientos alterados, y comportamientos provocadores, todo frente al otro género que puebla la tierra.
La mala fama no hace falta que explique de quién es, el mal aspecto ¿para qué contar?, el descuido es reprochable siempre, la impuntualidad, la falta de perfeccionismo, el depósito de la confianza en la intuición, adelantarse a las ocurrencias de los hijos, saber qué puede pasar sin explicación alguna, vivir con lo imposible, sacar algo de donde no hay nada, no sé si son reproches o habilidades, porque el discurso social confunde de tal manera, que se asienta en alguna parte del cerebro colectivo que no duda en manifestar diferencias donde no debería de haberlas, porque la convivencia entre ambas partes es el origen de nuestra vida.
No voy a entrar en la discusión del “y tú más”, pero es inaceptable el “y tú menos” porque no hay razón alguna para ello.
Mi vida ha sido feliz gracias a la mujer más importante de ella. Mi madre. A pocas personas he conocido que no tengan a su madre como el referente único en el que mirarse, la persona de la que despedirse, la que siempre ha estado ahí para todo, la que ha adornado los sueños, dulcificado las pesadillas, educado el gusto, el tacto, el oído, la vista, el olor. La que ha velado las enfermedades, leído cuentos, recomendado los destinos y enamorándose con nosotras, llorado los abandonos y entendiendo los fracasos. Las madres somos todas mujeres, y me cuesta aceptar que seamos objetos de todo tipo de uso para el otro género, y que cuando destapamos la caja de los truenos desarrollando habilidades semejantes, nos transformemos en la diana de los bajos instintos de los que no nos ven como iguales.
Lo peor es el silencio, seguir calladas, seguir aguantando todo este horror que en algún momento de la vida se torció de tal manera, que cuando ahora veo a seres masculinos en la televisión poniendo la comida al perro o al gato, me da pena porque creo que, si aciertan en la publicidad, las mascotas desaparecen.
Artículo publicado en el Diario HOY el 8 de marzo de 2021.
22 de febrero de 2021
SOMOS LISTOS
8 de febrero de 2021
LA MINA
23 de enero de 2021
LA AORTA