31 de mayo de 2022

¿QUÉ NOS PASA?

 



¿QUÉ NOS
PASA?


Asisto estupefacta a comportamientos generales que nunca creí haber tenido que contemplar.

Nuestra sociedad está enferma en su esencia y lo sabemos, pero lo peor es que no hay voluntad de remediarlo por parte de todos. Nos hemos acomodado a la contemplación de los malos modos políticos, los insultos, amenazas, vejaciones y humillaciones de sus señorías entre sí y para con los que gobiernan, y nos quedamos tan tranquilos.

Los sinvergüenzas de las izquierdas y derechas más reaccionarias se enfrascan en discusiones inútiles que sólo conducen a la exacerbación social, sin ser conscientes de que urden tramas que anidan en grupos sociales que luego explotan sin que nadie lo esperara y cuando quieren echar mano de soluciones, ya no hay remedio. Los que se dicen moderados no hacen nada: miran y se ríen como si no fuera con ellos.

La constante vejación de las mujeres, digan lo que digan los que opinan, es algo que causa pavor. No importa, da lo mismo, a nadie interesa el número de asesinatos con resultado de huérfanos que siembran este país. Con decir que no había denuncia previa, se cruzan de brazos y callan minutos de silencio, como si con ello fuera suficiente. ¿Qué ocurriría si las mujeres empezáramos a asesinar indiscriminadamente a esos violentos que, sin otra razón que el alcohol y el machismo enfermizo, merecen el mismo resultado que ellos propician? Pues pasaría que esto se había terminado en un verbo y las mujeres asesinas se terminaban. Ya se encargarían las élites políticas de corregirlo, pero … matan mujeres y eso da lo mismo.

¿Qué está pasando con el alcohol? Nadie se hace cargo de esa lacra social. Hasta en los carteles del ministerio de Cultura para propiciar la lectura se ofrecen copas de vino, como si para leer hubiera que estar borracho. El vino no se sabe qué fuente de ingresos es ni para quien, pero si echaran cuentas de lo que cuesta el alcoholismo a esta sociedad frente a la venta de los alcoholes, a lo mejor se lo pensaban, pero para esta sociedad la salud no parece prioritaria frente a la diversión irracional.

Nos hemos acostumbrado a la guerra de Ucrania, a que suban los precios de las materias de primera necesidad de tal forma, que la compra se hace impracticable para un porcentaje altísimo de la población, cada vez más hambrienta y perdiendo el rumbo de sus vidas.

Si, es la España que detecto cuando paseo por las calles de sus ciudades. Pobres pidiendo tirados en las aceras, noches de alcoholismo sin control, violencia desatada contra las mujeres, la fiesta, fiesta y fiesta es lo único que importa y contemplo asombrada la indolencia con la que todos nos comportamos, porque todos somos responsables de esta falta de responsabilidad frente a lo que estamos creando. 

Los señores de la guerra se frotan las manos ante esta dejadez. No les importa alargar la guerra y que Putin siga asesinando sin piedad y sin razón alguna. Ellos siguen vendiendo armas por miles de millones, petróleo que pagan a Putin y nosotros les mandamos a Ucrania guantes y chalecos antibalas para lavarnos la cara de la vergüenza que deberíamos tener.

No me gusta nada lo que veo, porque he vivido siempre para conseguir justo lo contrario.

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el Diario Hoy de Badajoz el día 30 de Mayo de 2022.

2 de mayo de 2022

CITA PREVIA

 


Es un lunes raro, donde los centros administrativos de algún lugar están cerrados y otros abren.

La vida en los pueblos continúa llena de visitantes que aprovechan para salir de casa y volver a ver a los suyos y que los vean sin mascarilla, porque nos han dicho que podemos prescindir de ellas, con el cuidado que hemos de dispensarnos a nosotros mismos, porque la administración se ha cansado de cuidarnos. Parece que la vida ha vuelto a ser como era, pero sólo lo parece.

La administración que atendía al ciudadano ha desparecido. La cita previa se ha convertido en la tortura de nuestros días. Todo, absolutamente todo, ha de conseguirse con cita previa que nadie atiende.

No sé qué ha pasado de los funcionarios. Oigo y leo estadísticas que manifiestan la superabundancia de los empleados públicos por todas partes, pero cuando se necesitan, ni están ni se les espera. No existen estadísticas de fallecimientos masivos de funcionarios en activo por Covid 19, no hay nada que justifique el cierre a cal y canto de las oficinas de la Seguridad Social, que reposan en brazos de un sistema informático endiablado que no acepta ni peticiones de cita previa siquiera. No digamos ya cuando pretendes cursar un expediente de ingreso mínimo vital, jubilación, incapacidad o viudedad. Hacienda no se comunica personalmente con nadie. Sólo el ordenador sirve de interlocutor y si no lo abres todos los días y te han escrito, te cae la del pulpo. El Servicio Público de Empleo no atiende reclamaciones, solicitudes de tipo alguno, ni da explicaciones si no es a través de máquinas que nadie entiende, complejos informáticos que hay que tener instalados en equipos informáticos que no sabes actualizar y formularios que se renuevan constantemente, llenos de exigencias imposibles de cumplir. Tampoco hay posibilidad de conseguir cita previa.

Del Catastro es mejor no hablar. No intentes modificar errores que ellos cometen por interpretaciones personales de personas desconocidas de caminos, cañadas o cordeles. No es posible hablar con nadie. Nadie atiende, nadie se pone, nadie está y no tienen cita previa.

Cada uno de los gobiernos regionales tiene su propio sistema informático de comunicación. Para enviar solicitudes de algún tipo o acceder a información, hay que pasar el filtro de la cita previa, pero no hay forma de conseguirla, porque tienes que hacerte una foto, acreditar que estás vivo, que no usas silla de ruedas, brazo ortopédico o pulmón artificial, amén de tener tus facultades mentales afiladas y ser capaz de entender todas y cada una de las ocurrencias de los diseñadores informáticos, que se han forrado inventando campos imprescindibles para cumplimentar, antes de acceder a la aplicación correspondiente y saberte de memoria el himno regional e identificar la figura que aparece en las distintas lenguas para demostrar que eres un ser vivo.

He tenido que instalar ordenador, impresora, escáner, cámara frontal, auriculares, conexión wifi de fibra y reconocimiento de voz para pedir cita previa porque necesito que me atiendan y no me multen por todo, y no me ha servido de nada.

¿Qué está pasando? ¿Por qué nos han dejado solos? ¿Por qué nos odian? ¿Qué hemos hecho? ¿Apestamos? ¿Contagiamos? ¿No hemos sufrido lo suficiente? Abran las puertas de una vez y gánense el sueldo que no han dejado de cobrar. Esta situación no puede seguir, explotará cuando lleguen los turistas por millones y pidan cita previa para comer. Luego no se quejen.

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el periódico HOY de Badajoz el lunes 2 de mayo de 2022.