22 de febrero de 2021

SOMOS LISTOS

 



En medio de la desesperación generalizada, que se traduce en silencio en la mayor parte de la población, aunque el ruido mediático vaya por otros lares, no dejan de ocurrir acontecimientos que en breve nos cambiarán la vida.
Lo de la brevedad me lo parece a mí, que ahora dispongo de distancia para ver las cosas de antes, y como no cesan de repetir la importancia de la carrera espacial para el cambio de nuestros comportamientos, y los hallazgos científicos que la justifican, me ilusiono como cuando en el año 1969 mi madre nos levantó a todos los hermanos a ver la llegada del hombre a la luna, y lo vimos, y lo podemos contar. Y ahora tenemos papel de aluminio, microchips, telefonía móvil, cristales de gafas que no se rayan, microondas y mil cosas más que han ido apareciendo en el día a día, como si de algo espontáneo se tratara y no procediera de ese momento mágico en el que no se sabía que si Amstrong saltaba demasiado de alegría sobre la superficie de la luna, podría desaparecer en el infinito. 
Ya estamos en Marte con otro chisme que rueda, pero esta vez lo controlamos desde la Tierra. Hay allí (dicen) más aparatos que han recogido datos y los han enviado, y no sé si todavía siguen mandando fotos; pero el éxito del último es que se controla, se ve, se maneja y manda fotografías en blanco y negro y en color, videos, y lo que es mejor: sonidos del silencio que hemos dado por supuesto a un lugar que no habitamos los amantes de la fiesta, ruidosos, invasores y locos humanos a los que una pandemia, provocada por nosotros mismos, ha encerrado en casa para que dejemos descansar al planeta que habitamos. 
Somos listos, pero carecemos de inteligencia. Desviamos la atención de nuestros comportamientos, y ahora queremos salir de aquí cuanto antes, porque los que saben dicen que va a venir algo peor de lo que ya tenemos. Las pandemias se repetirán y no estamos dispuestos a evitarlas. Mejor nos vamos. Establecemos colonias en otros mundos y a vivir que son dos días.
Somos listos, porque nos lo creemos. El éxito indudable del robot en Marte pone una pica en los hallazgos científicos a los que se dedican ingentes cantidades de horas de trabajo bien pagado y no se pone límite a los materiales empleados.
Nuestra conciencia no nos deja reconocernos. No critico el progreso, sólo faltaba, pero ante este acontecimiento miro hacia dentro y pienso que la reacción de escapar del horror que nos ha tocado vivir, y que se va a repetir, no es la cuestión. Hacer frente a las circunstancias, salvar el planeta Tierra, porque se puede, emplearnos a fondo en ello, volver a una vida más tranquila, menos competitiva, un poco más barata, sin fronteras en el alma, y con los ojos abiertos para que no se siga destruyendo lo que tenemos bajo los pies, sería más que conveniente.
Somos listos, pero a veces no lo parecemos.

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 22 de Febrero de 2021.




8 de febrero de 2021

LA MINA

 


Foto de Instagram. Sin autor conocido.





LA MINA

Matilde Muro Castillo


En todos los medios a disposición del dinero, que son muchos, aparece la oportunidad de excavar a dos kilómetros de Cáceres una mina de litio, que dicen que va a cambiar el mundo.
En esa apreciación no se equivocan. Va a cambiar el mundo de una ciudad como Cáceres, asentada en el mismo lugar hace más de dos mil años, superviviente de guerras, enfrentamientos y miserias humanas, afianzada en su forma de ser humilde y poco chillona, en la que su principal caudal son los habitantes que, siglo tras siglo, han crecido creyendo que era el mejor lugar para criar a hijos que, sin grandes oportunidades, salieron al mundo a crecer y ser ellos mismos en otro lugar.
Es una forma de vida. Nadie se lo puede reprochar, pero nadie tiene derecho a hundirlos por una cuestión de dinero.
Ofrecen poner patas arriba veinte siglos de historia a cambio de mil puestos de trabajo y trescientos millones de euros. Ofrecen oscurecer la luz de la ciudad con polvo que todo lo pringa. Ofrecen destruir el paisaje de una sierra, la de La Mosca, con impacto ambiental que lo más probable es que contamine los acuíferos de una ciudad que no tiene río, que no tiene más agua que la subterránea y las acumulaciones a cielo abierto que se producen cuando llueve, y es probable que llueva suciedad, polvo y veneno sobre el agua que se beba.
Entrarán como elefantes en cacharrería en un lugar habitado por la paz de la dehesa, la sequía insoportable de los veranos y el soportable frío invernal, porque no es húmedo.
El plan durará treinta años y ahora dicen también que se van a comer el campo cercano al proyecto de instalación de la religión budista en Cáceres.
Imaginemos que han transcurrido treinta años. Cáceres será inhabitable, la gente se habrá alejado del lugar, nadie vendrá a rezar su religión (la que sea) y al final pasará como ocurrió en el paisaje de Las Médulas de León, esquilmado por los romanos buscando oro: muy bonito pero inhabitable después de dos mil años.
La contraprestación al daño es tan absurda, causa un cambio tan brutal, es tan escandalosa, que parece mentira que alguien se lo haya permitido plantear. Si leen ABC del 30 de enero de 2021, se les pondrán los pelos de punta. Si leen la opinión de profesor Mora Aliseda en el periódico Extremadura del 31 de enero de 2021 acerca de las bondades de la mina, se llevará las manos a la cabeza, porque confía en la administración como vigilante de condiciones que no se pueden cumplir, si se leen otros artículos, empieza a oler a sucio.
La mina es una canallada, otra más, en el terreno de los que nunca gritan porque hace falta dinero para gritar y no lo tienen. Con dinero comprarán voluntades de los que pueden aprobar el proyecto, y los ciudadanos tenemos la obligación de manifestar nuestra oposición a que deshagan nuestra forma de vida milenaria, nuestro paisaje y nuestras religiones.
La religión del dinero, sólo aporta muerte, violencia y degeneración.
Si quieren coches eléctricos, hay que cambiar el sistema. Investiguen en coches de agua de mar, que de esa hay mucha y Cáceres no tiene.

Artículo publicado en www.hoy.es el día 8 de febrero de 2021.