7 de marzo de 2022

 

Foto: The Economist. Bandera de Ucrania de marzo de 2022

TENGO PENA.


No sé qué habrá pasado en la guerra de Ucrania cuando ustedes lean esto. Lo escribo tres días antes de que aparezca y ya el horror se extiende por el continente como si fuera propio.

Veo las mismas imágenes que ustedes, me paseo entre televisiones que no saben cómo descifrar lo que ocurre. Repetidamente veo al psicópata que ha producido todo en nombre de no se sabe muy bien qué, porque las mentes enfermas son difíciles de escudriñar, trato de saltar a otros lugares de entretenimiento para descansar, pero no es posible: la noche y el día se juntan recibiendo bombazos en forma de noticias, cada vez peores.

Los analistas se devanan los sesos tratando de contarnos cuáles han sido los antecedentes de ese sujeto, si nació niño o salvaje, si su madre lo alimentó con rabanitos o leche de cabra, si su padre le pegaba, o su tío le daba aguadillas cuando era pequeño, pero nada de eso conduce a la verdad de un animal asesino, de maldad demostrada, de inestabilidad emocional comprobada y con una visión de la propiedad del mundo muy parecida a sujetos que, en distintas épocas de la historia, han arrastrado a la humanidad a sucesivas destrucciones con pérdidas de vidas humanas irreparables, genios que nunca llegaron a serlo, obras maestras que no se conocen o comportamientos que se transforman en violencia cuando, por acción de esos sujetos indeseables, sólo se pide venganza, muerte y desaparición de los provocadores de semejantes catástrofes.

Creer que no hemos cambiado, que seguimos siendo los mismos que cuando Hitler arrasó Europa, que mantenemos el mismo desparpajo para soltar bombas atómicas que los americanos contra Japón, o que los campos de concentración son hermosos lugares de residencia para los desterrados, dice poco de nosotros, si es verdad.

Ese sujeto tiene que desaparecer. Si hay que ahogar a Rusia en sus miserias imperialistas, habrá que hacerlo, y enseñarles a vivir con el dominio de la razón europea, que no ha dado malos resultados hasta ahora a pesar de la lentitud, las corrupciones, las malas prácticas, dejarse manejar por Merkel sin discutir sus decisiones de hambruna cuando aprietan los combustibles y los banqueros, y la falta de liderazgo, que no es más que una bondad en medio de tantos iluminados que mandan a fuerza de masacrar a gentes buenas que sólo quieren vivir en paz, con su idioma, su comida, la música de sus pasados y las fiestas de antaño que nos hacen reafirmarnos en nuestras formas de ser sólo como seres humanos, y no como pertenecientes a una sociedad cerrada sobre la que mandan desnortados que no aceptan la evolución.

Soy una convencida de que hay más margen, que se puede aislar radicalmente a Rusia, que se puede extender una capa de silencio comercial, humano y económico sobre ese loco. Es verdad que dentro de Rusia hay personas que no merecen estar bajo el dominio del depredador, pero habrá que enseñarles qué significa salir de casa con una maleta, tres niños y sin saber hacia dónde vas y quién te quiere recibir.

Hoy había más de un millón de refugiados. En tres días ¿qué habrá pasado? 

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el HOY de Badajoz el lunes 7 de marzo de 2022.