17 de abril de 2015

VISITA




He recibido una visita inesperada y hermosa.
Un visitante de Trujillo entró en la tienda ofreciéndome flores de madera hechas por él. Mirada franca, voz clara y hermosa, presencia impecable y amabilidad expresada en los movimientos y las palabras de admiración por esta ciudad que no conocía, y que le ha causado una sorpresa enorme porque no hay comercio agresivo, ni tráfico rápido.
Aunque se había dado rápidamente cuenta de lo inconveniente del lugar para su negocio, estaba admirado por el paisaje, la combinación de piedras y verde, las extensiones de praderas sobrevoladas por cigüeñas que saben siempre a dónde van, y las innumerables charcas de agua llena que adornan con lunares brillantes las extensiones de terreno.
Me confesaba el peligro que sentía al dejar de mirar al frente mientras conducía, porque el paisaje nubla los reflejos y desvía el sentido de la marcha.
Nos despedimos, después de hablar de Portugal con un ¡hasta pronto!, y cuando se hubo marchado volvió y me ha regalado algo hermoso que llevaba en el bolsillo de la camisa: unas piezas de cuarzo gris de formas perfectas y armónicas que recoge cuando puede de la Sierra de Tormantos.
Ya se ha ido.

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