24 de julio de 2015

PANTALONES CORTOS

Hace tiempo que entró el verano con rabia. Conforme van subiendo las temperaturas, la gente se desnuda sin decoro y se lanza a la calle como si de adonis se trataran.
Pero no sólo pasean sin vergüenza exhibiendo toda clase de deformidades y apreturas que salen por doquier, sobacos que sudan y molletes que rebosan, sino que sin educación, abordan los organismos oficiales y pretenden que se les atienda como si de personas normales con derechos se tratara.
¡Por ahí no paso!
 Que señores con esa facha monten en el metro cargando con el ordendor, predispuestos a ser atendidos como si de un ser demandante de derechos y sin deberes se tratara,  va a ser que no.
No atiendo a quien se plante frente a mi mesa enseñándome sin rubor lo voluminoso de sus genitales al borde del pantaloncillo, o cómo le crece con fruición el pelo de los sobacos, o cómo le sudan los pies chorreando las chanclas.
Ellas se sientan sin la menor delicadeza, sacan el móvil, lo colocan sobre la mesa y rebuscan en el bolso el carnet de identidad mientras se rascan la cabeza sudorosa, golpean las piernas desnudas para espantar las moscas, mascan chicle y berrean a los niños, que hace días no tienen colegio, y no pueden con ellos.
De forma impertérrita he de decirles sus derechos y confirmar que son seres con obligaciones como la higiene, el decoro y presentarse vestidos ante organismos oficiales.
Gritan, abren la boca asombrados de que alguien les diga que van asquerosos, que se duchen y perfumen y que, cuando parezcan seres pertenecientes a una civilización europea que nos ha costado mucho conseguir, que vuelvan, llamen a la puerta y se les atenderá con la mejor de las sonrisas.
Es lo que hay. Bronca diaria. Me da lo mismo.  

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