Desde primeros de mayo de 2023 el país está paralizado. Como había elecciones municipales y autonómicas, se decidió detener las ejecuciones presupuestarias que a los funcionarios les pareció bien, con la anuencia de los secretarios generales correspondientes, servicios jurídicos, interventores, y redactores de normas que sólo conducen al enredo, la desesperación del contribuyente y la angustia de una sociedad que, en silencio, tiene las almorranas sangrantes, los sueños perdidos, las manos les tiemblan y no saben cómo sobrevivir.
Hay una sociedad civil que da lustre a los políticos de turno. Asociaciones culturales, musicales, folclóricas, gastronómicas, religiosas, cofradías, cuidados de personas con disfunciones, enfermos de ELA, enfermos terminales de cáncer, enfermedades raras, deportistas de todos los niveles, amas de casa, bancos de alimentos… una interminable lista de personas que acumulan miles de estados de desesperación porque la administración descansa mientras deciden qué hacen con los dineros prometidos, aprobados, y reconocidos incluso en los presupuestos en vigor, pero que han decidido no ejecutar en nombre de normas elaboradas por quien sospecha que todos son, o han sido, de la condición del que entra de nuevo, o se prorroga en el poder, pero con nuevas ideas y otros socios que imponen nuevas formas de gobernar para amargar la vida a esa sociedad silenciosa, sin la que ellos no serían nada.
Todos los miembros de asociaciones sin ánimo de lucro pasan días de pasión incomprendida, porque si llaman a preguntar no hay respuesta, o la contestación es tan amarga que hasta llegan a decir que lo dejen, que si no ganan nada con formar parte de esas asociaciones, lo dejen y se dediquen a otra cosa.
Han pasado más de tres meses desde que se ha parado todo. Las personas que forman y atienden a esos colectivos no suelen tener fortuna personal, porque no recurrirían a las miserias de las administraciones para sobrellevar sus proyectos, y sin embargo siguen tirando de los carros que en muchas ocasiones no les correspondería llevar, pero a los administradores de la cosa pública, que llevan desde mayo sin hacer absolutamente nada, les da lo mismo.
Hay vida detrás de otras cosas que nos nublan la mente, generan comentarios, o cubren las portadas de los periódicos y cualquier otro medio de comunicación, pero no lo parece.
Si supieran (no les importa nada) lo que se ha quedado en el camino pendiente de ejecutar por una firma, lo que se ha quedado en cajones, las vacaciones de personas necesitadas que se han suspendido, las ayudas a colectivos más que necesitados que no se han podido realizar, los actos culturales que ha habido que suspender, las visitas de personas importantes para nuestra región que ha habido que cancelar, los proyectos y programas que ha habido que cerrar hasta que (suponiendo que decidan trabajar) se puedan volver a abrir… llorarían de rabia si es verdad que lo que les importa es la región en la que viven, o de la que han salido para prosperar personalmente.
No hay piedad para la sociedad civil. Hay que ser político buscador de recompensas para vivir bien. Dedicarse a los demás sin ánimo de lucro está mal visto, e incluso puede costarte una condena pública si reclaman lo que se debe.
Empiecen a trabajar por favor. Es septiembre.
1 comentario:
Cuanta frustración y desespero hay en tu comentario Matilde. Lo comprendo y lo comparto, y me temo que esto no va a cambiar durante mucho tiempo, pues es lo que hemos sembrado y permitido con nuestra indolencia.
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