5 de febrero de 2024

MILES

 



A pesar de creer que vivo con los pies en la tierra, a veces me cuesta pensar que mi mundo es real.

Como cualquier ama de casa paso mucho tiempo echando cuentas para llegar hacia donde quiero destinar mis ingresos, que son habas contadas.

Si me centro en esta necesidad o en aquella, o espero unos meses más para poder afrontar lo que se avecina.  Saber los meses en los que se pagan los seguros de todo, que no valen para nada porque está todo en tenguerengue y nunca responden ante cualquier evento, pero si no los pago parece que llamo al mal fario. Afrontar averías imprevistas de coches, electrodomésticos, multas, matrículas infantiles, necesidades ajenas…etc, provoca este conteo de posibles, que son ya un hábito y no resultan molestos, porque son un modo de vida como cualquier otra.

Lo que me crea mucha inquietud es saber cómo se pueden administrar con sensatez esos miles de todo lo que nos rodea. Miles de millones que ganan bancos y no sé muy bien para qué. En teoría esta gente está para prestar al necesitado, pero no, están para miles de miles de millones, con la esperanza en el futuro de los billones. Los miles de millones de las eléctricas, que se embolsan nuestro sudor y se lo reparten entre accionistas siempre descontentos, pero tampoco sé muy bien para qué tanto beneficio propio, si lo ajeno, que es lo que parece que atienden, está desatendido y la mayor parte de las veces violentado (no tienen más que asomarse al paisaje de Trujillo y ver qué es lo que están haciendo con sus miles de millones de servicio público).

¿Para qué dejan ganar a los cruceros esos miles de millones? Están arrasando las playas y las ciudades en la que atracan los barcotes esos llenos de miles y miles de personas que desembarcan a comprar imanes para las neveras de sus casas a miles de millas de distancia.

¿Cómo es posible que no dejen de ganar miles de millones las petroleras? ¿No es cierto que a los que contamos con los dedos el remanente mensual nos obligan a calentarnos con placas solares o estiércol ardiendo? ¿En qué se gastan ellos esos miles de miles de millones que ganan?

Sigo pensando como ama de casa y me pregunto que esa gente de los miles de millones cuántas veces al día come, se baña en agua caliente, duerme en colchones de plumas o se perfuma con aromas exclusivos. Cuando cuestiono estas cosas en voz alta me dicen que soy ilusa y absurda. Que la gente que atesora nunca tiene bastante, que sus almacenes de avaricia son insaciables y el espacio es inagotable, que el tener por tener es su única razón de existir y que el dinero, en cualquiera de las formas que pueda adoptar: lingotes de oro, yates, coches, viviendas, extensiones territoriales, obras de arte, vestimenta absurda, apariencia exótica o vida irracional, es lo único que les hace vivir.

Sigo echando mis cuentas y me niego a aceptar la locura de unos cuantos a cambio de la pobreza que lleva a la muerte por hambre al resto.

Es escandaloso que sigan presumiendo de tener cantidades incomprensibles. Es vergonzoso que lo consideren un éxito en sus pobres vidas. Me producen verdadero rechazo sus apestosos negocios. No quiero formar parte de sus vidas. Aléjense y compren Marte, que está a la venta.

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 5 de febrero de 2024.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Comprarán Marte, si es que no está comprado ya, porque tiene mucha agua congelada y el cambio climático que están sustentado con los combustibles fósiles producirá sequía en toda la tierra. Negocio.

Anónimo dijo...

Toda la razón, yo todos los meses pago a Adesla, pero ya te digo yo que en cuanto solucione una cosa esta se da de baja. Ladrones de guante blanco.

Anónimo dijo...

Siempre blogs magníficos en La Aldaba. Gracias, querida Matilde

Lore dijo...

No han descubierto la verdadera felicidad que te da el compartir