10 de marzo de 2021

MÁS MUJERES

 



MÁS MUJERES

Matilde Muro Castillo.



Hoy, en medio de la bronca política habitual, echamos la vista dentro para seguir buscando la justificación, que no parece posible encontrar, del porqué de la presencia de la mujer en la vida cotidiana desde el principio de la humanidad, y hasta ahora.

Han aparecido las matemáticas de la NASA, la descubridora del radio, la inventora de Internet, la creadora de la tortilla francesa, las de detrás de todos ellos, las que silenciaron, las que chillaron, las que se revolvieron y las que murieron en silencio dejando escritos asombrosos de filosofía, literatura y teatro, aunque fuera su marido el que firmaba las obras y recibía aplausos sin fin, las denostadas por saber pensar, las rapadas por ser comunistas, las que hicieron de su vida la de los demás.

El esfuerzo por el reconocimiento es ímprobo y seguirá siendo inagotable, porque la capacidad de ocultación de los modos y maneras de la sociedad que nos hemos dado, es tan eficaz que, aunque pensemos lo contrario, las mujeres seguimos siendo objetos de sospecha, poco valoradas, puestas en duda habitualmente, tachadas de fantasiosas, tenemos días malos, pensamientos alterados, y comportamientos provocadores, todo frente al otro género que puebla la tierra.

La mala fama no hace falta que explique de quién es, el mal aspecto ¿para qué contar?, el descuido es reprochable siempre, la impuntualidad, la falta de perfeccionismo, el depósito de la confianza en la intuición, adelantarse a las ocurrencias de los hijos, saber qué puede pasar sin explicación alguna, vivir con lo imposible, sacar algo de donde no hay nada, no sé si son reproches o habilidades, porque el discurso social confunde de tal manera, que se asienta en alguna parte del cerebro colectivo que no duda en manifestar diferencias donde no debería de haberlas, porque la convivencia entre ambas partes es el origen de nuestra vida.

No voy a entrar en la discusión del “y tú más”, pero es inaceptable el “y tú menos” porque no hay razón alguna para ello.

Mi vida ha sido feliz gracias a la mujer más importante de ella. Mi madre. A pocas personas he conocido que no tengan a su madre como el referente único en el que mirarse, la persona de la que despedirse, la que siempre ha estado ahí para todo, la que ha adornado los sueños, dulcificado las pesadillas, educado el gusto, el tacto, el oído, la vista, el olor. La que ha velado las enfermedades, leído cuentos, recomendado los destinos y enamorándose con nosotras, llorado los abandonos y entendiendo los fracasos. Las madres somos todas mujeres, y me cuesta aceptar que seamos objetos de todo tipo de uso para el otro género, y que cuando destapamos la caja de los truenos desarrollando habilidades semejantes, nos transformemos en la diana de los bajos instintos de los que no nos ven como iguales.

Lo peor es el silencio, seguir calladas, seguir aguantando todo este horror que en algún momento de la vida se torció de tal manera, que cuando ahora veo a seres masculinos en la televisión poniendo la comida al perro o al gato, me da pena porque creo que, si aciertan en la publicidad, las mascotas desaparecen.


Artículo publicado en el Diario HOY el 8 de marzo de 2021.


6 comentarios:

Loreto Vega de Seoane dijo...

Precioso homenaje a las mujeres

Smuroconcha dijo...

Como siempre,enhorabuena Matilde por esta reflexión tan bonita y difícil sobre la mujer

Weeble dijo...

Me ha encantado leerte Matilde...

Matilde Muro dijo...

No eres imparcial conmigo. Por eso te quiero.

Matilde Muro dijo...

La maldita evidencia frente a espectadores de alma ciega Concha.

Matilde Muro dijo...

Me gusta que te guste porque algo de razón habrá en mis ocurrencias.