He pasado un año infernal pidiendo ayuda para la supervivencia de una asociación dedicada a la cultura en Extremadura. No he conseguido nada.
En Extremadura la cultura es cosa de la Junta. No hay paso a nadie que se empeñe en hacer cosas innovadoras, útiles, generosas o inesperadas. Todo tiene que pasar por el filtro de la Junta, de la consejería correspondiente y de sus funcionarios o personas designadas a dedo para ocupar cargos administrativos.
Verán, les explico. Si te empeñas en traer a tocar el piano a Lang Lang por ejemplo, y necesitas una ayudita, como es normal en todas las actividades de esta región, has de presentar tres presupuestos de personas que tocan el piano como Lang Lang. ¿Cómo? , dices a los responsables de los presupuestos, y te contestan que es lo que manda la ley de presupuestos y que salen a plataformas, a concursos, y habrán de pasar el filtro de la conveniencia o no de que ese señor venga a tocar el piano a Extremadura, y de entre los tres presupuestos, los veintidós informes, las demoras, los retrasos por culpa de la pandemia, las inconveniencias de los que no saben de quién se trata el tal pianista, los informes telemáticos del funcionario que trabaja desde su casa, al que se le ha colgado la línea y no es capaz de mandarlo porque la tal línea es escasa y no tiene capacidad para atender a todos, es mejor que decidamos irnos a la feria de turno a ver si nos toca una muñeca chochona en la tómbola correspondiente, y así escuchamos música, que en definitiva es lo que estamos pidiendo.
Los plazos son insufribles. La falta de decisión, el bloqueo permanente, la incapacidad de gestión es memorable. No mejoramos. Al contrario, vamos en un auténtico retroceso, y me gustaría que los responsables de cultura tuvieran la torería de decir públicamente cuáles han sido los fondos que han devuelto a origen sin aplicarlos, porque no han sido capaces de ejecutar lo proyectado.
La cultura es esa prótesis que necesita la sociedad para vivir. Las prótesis son caras, a nadie le gusta que se le vean y procuramos no manifestar esa deficiencia, pero sin ellas no se puede vivir. La misión de los administradores del dinero público de la cultura es saber de cultura lo primero, luego saber que lo que hacen es tan necesario como los de la sanidad, el campo o la tecnificación de la sociedad. Con esa displicencia, abandono, injustificado silencio con el que se considera a las asociaciones culturales que mantienen el esqueleto espiritual de la región, no se puede tratar. Todo no es dinero, pero sin él no se puede hacer nada. Todo no es dinero, pero matar de hambre e impedir que se busquen otros medios, es crueldad pura y dura. Ustedes, señores de la junta de Extremadura, lo quieren copar todo y mandar sobre todo. Entonces tienen que financiarlo con la generosidad con la que las asociaciones culturales se manifiestan, y a las que usan para lustre propio presumiendo de libros que no han hecho, museos que no han financiado, músicas que no han compuesto y literatura que no han escrito.
Antes de aprobar los miserables presupuestos de cultura para 2022, piensen y rectifiquen.
Matilde Muro Castillo
Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el lunes 27 de diciembre de 2021
3 comentarios:
Amiga Matilde : Como siempre, has dado en el clavo. De entre las cosas horribles que pasan en nuestra amada Extremadura, la burocracia es, sin duda, la peor y la madre de casi todas ellas. No desistas
Totalmente de acuerdo, querida Matilde. Sin libertad de maniobra y creatividad no hay Cultura. Ya está bien de paternalismos casposo!!
No sufras Matilde, en Extremadura "lo que no puede ser no puede ser, y además es peor que imposible", y con estos bueyes hay que arar.
Es lo que hay.
Ánimo y no decaigas en el esfuerzo.
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