13 de junio de 2022

LOS LIBROS

 





LOS LIBROS

Vivimos rodeados de cosas a las que, por razón de la costumbre, casi no apreciamos. El ambiente de nuestras casas se genera por el paso del tiempo. Recuerdos de viajes, herencias, compra compulsiva, regalo de boda, cuadros que no se sabe de dónde han salido, la olla exprés de la abuela, el rosario que cuelga de la cabecera de la cama, el collar deshilvanado que reposa en la bandeja de plata que no se puede limpiar, y así nos vemos envueltos en objetos que se adhieren a nuestra comodidad visual diaria porque, al sentarnos en el sofá, el panorama no cambia.

Yo vivo rodeada de libros. Esos objetos a los que unos cuantos tachan de molestos y acusan de ocupar sitio, coger polvo, pesar y no entender su finalidad dentro de las casas, porque aparentemente no ofrecen contraprestación alguna que no sea la de la contemplación de los lomos que, es verdad, pierden el orden y la compostura con el paso del tiempo. Se aprietan como si hubiera un lugar oculto entre unos y otros y se agachan para rellenar el espacio que queda entre una balda horizontal y la fila vertical a la que ya no le cabe una tarjeta postal.

Las estanterías de las casas ocupadas con libros son lugares especiales. Tienen vida, suelen ser más anchas que los volúmenes que albergan y dejan sitio para los marcos de fotografías, la medalla de natación, el recuerdo del Camino de Santiago, o esa colección de mínimos, de los libros diminutos que tanto atraen y poco ocupan.

Los libros huelen bien. Si entras en una habitación llena de libros, el ambiente es distinto a las que están vacías. Su presencia emite calor de acogida y además paran el ruido que se produce en medio de conversaciones subidas de tono. Los libros producen seguridad. Una pared llena de libros apunta fuerza y resistencia. Sugiere la idea de poder soportar cualquier cosa y, lo que es mejor, alberga historias, viajes, planos y sueños en tal cantidad que no es posible alejarse de ella sin echar una mirada, aunque sea sólo de curiosidad, para saber qué es lo que el propietario alberga en medio de ese paisaje providencial que es la librería.

He escrito muchas veces que los libros son el compendio de los cinco sentidos: huelen, hay que verlos, se oyen el suave rumor del paso de las páginas, saboreamos el contenido y si no se tocan dejan de existir.

Los libros son el todo desde hace miles de años (en cualquiera de las formas en las que apareció la escritura) y noto que, a fuerza de convivir con ellos los despreciamos e ignoramos. Nadie valora la importancia de su conservación, de amarlos, de poseerlos, de que sigan formando parte de nuestras vidas. Nos incitan a leer ¿y luego? ¿qué nos dicen que tenemos que hacer con los libros? Lean, lean y … el desprecio más absoluto, el almacén más oscuro y el final más atroz.

Recuerden y aprendan que sin libros físicos y sin bibliófilos, la vida se apaga.


Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el Diario Hoy el lunes 16 de mayo de 2022.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Así es Lo importante que son los libros en nuestra vida

pedro mellado jimenez dijo...

Benditos libros, amigos desde la niñez hasta la vejez, siempre fieles e incombustibles.