20 de febrero de 2013

RABIA

Inocentemente, como el que no quiere la cosa, me siento a ver la televisión para tratar de saber qué es lo que está pasando a mi alrededor. Es un esfuerzo sobrehumano porque me cuesta concentrarme en algo que no sea la inexplicable situación en la que me han puesto; pero, creyendo que es por salud mental, me pongo cómoda, enciendo el televisor, busco una cadena de noticias y me centro en lo que muestra la ventana abierta por primera vez en meses.
Los que dicen gobernar andan en un verdadero caos de acusaciones maledicentes de unos y otros.
Los asesinos en serie de mujeres, que se creen que son propias, agudizan su ingenio para seguir matando sin control de nada ni de nadie. Ellas caen en medio de inmensos charcos de sangre a la vista de los hijos, vecinos, paseantes y funerarios, mientras ellos se arrepienten inmediatamente y están dispuestos con gran alegría a pasar los días en la cárcel alimentados por todos, o se quitan la vida sin que yo llegue a entender porqué no cambian el orden de actuación.
Empiezan a aflorar suicidios porque a la gente no le gusta vivir en la calle a la fuerza, y los bancos están felices contestando a las súplicas de sus víctimas que "las decisiones vienen de arriba". Incluso estoy viendo que a gente con todo pagado, se la echa de su casa porque paga poco.
Las asociaciones protectoras de animales piden socorro, auxilio y todo lo demás porque no son capaces de dar albergue a las mascotas que se abandonan, y que ahora son más grandes: caballos, perros de razas enormes, bichos salvajes y especies raras que no se entiende cómo forman parte de una familia de humanos.
Todos se llevan las manos a la cabeza porque se espían entre unos y los del más allá. No hay descanso porque parecen sorprendidos, cuando saben que entre ellos no hay secretos y los pocos que hay están comprometidos a cambio de los contrarios, se callan y arremeten con nuevos documentos. ¿Cuál ha sido la solución?: detener a los espías y a los contables y administradores de los espías que pasaban los informes a máquina. Es como si detuvieran por robo al jardinero que riega el jardín con el agua común.
Hay un entrenador de fútbol que está siempre de mal humor.
Los actores se equivocan de papel.
Un paralímpico tirotea a su novia en Sudáfrica.
El único yerno del Rey de España está sometido a juicios y acusaciones que ponen los pelos de punta a cualquier bien nacido, y que van a dar con sus huesos en la cárcel si no hay nadie que lo impide (y no se debe impedir).
La libra esterlina se hunde frente al euro (e Inglaterra no ha terminado de pagar la deuda de la Segunda Guerra Mundial)


Bebo un vaso de agua, cojo el mando de la tv y la apago y me envuelvo con lo que leí hace años: "Ética para Amador", porque necesito aire fresco.
Desde ahora, sólo escribiré cartas.



No hay comentarios: