23 de agosto de 2021

LA GUERRA INFINITA

 


LA GUERRA INFINITA



Alejandro Magno se plantó en los confines del mundo conocido hasta entonces a sangre y fuego. Llevaba consigo un poso de enseñanzas helénicas que no mitigaron en absoluto su comportamiento con los vencidos que dejaba a su paso, y pretendió imponer un orden mundial generalizado que aterrorizó a los invadidos, porque se permitió incluso crear ciudades en medio del desierto, Alejandría Escate, dotadas de hermosísimas esculturas griegas, capiteles, columnas, teatros, fuentes y esos lugares de descanso que los guerreros se auto regalan creyéndose inmortales y pensando que siempre hay tiempo para volver.
Alejandro utilizó a la hija de su mayor enemigo para tratar de conseguir una paz dificultosa, por lo revueltos que resultaron los nómadas, y se casó con Roxana, como si aquello fuera la moneda de cambio perfecta. Después de innumerables batallas y ríos de sangre, asesinó a su suegro y dos años después, abandonó Afganistán y se lanzó a conquistar India.
En medio de masacres de hombres rebeldes, optaba por vender a las mujeres y los niños como esclavos al mejor postor, y seguir alimentando tropas feroces que sólo obedecían a su rey y no se cuestionaban los métodos.
Siglos, han pasado siglos de terror en Afganistán y nadie se pregunta cómo es ese pueblo y porqué está dedicado a la guerra perpetua, a la rebelión, la inseguridad y la miseria. Creo que la razón es que son analfabetos en un porcentaje que hoy causa terror en el mundo occidental.
Esos animales talibanes que entran como Alejandro a sangre y fuego, son seres sin razón educada, sin poso alguno que no sea la guerra y la destrucción de todo lo que les pueda parecer refinamiento o educación. Se diferencian en eso de Alejandro, que intentó implantar una forma de vida que le parecía mejor porque la había conocido, pero ellos no conocen nada, y lo que ven por los medios de comunicación sólo les induce a la mentira, el cinismo, la barbarie y el terror.
Las mujeres siguen siendo la nada. Ese objeto al que maltratar, oír cómo lloran, vender como esclavas, violar para extender la especie analfabeta y demoniaca que, a lo mejor por fuerza de la naturaleza agreste y tan complicada de ese territorio, no ha sido capaz de progresar de la mano de la cultura, pero que no tienen excusas, porque pueblos sin cultura occidental, sin nuestras formas de comunicación, viviendo de lo que la naturaleza proporciona, viven en paz, reciben en paz y respetan a las mujeres en paz.
La mujer en Afganistán vive una guerra eterna. Desde Alejandro a hoy y hasta el futuro desconocido, porque los que podemos las abandonamos, los que lo conocemos lo silenciamos, y los que podemos abrir las puertas de nuestras casas, las cerramos.
Me siento culpable, triste, angustiada por tantas mujeres abandonadas que no saben ni que son seres humanos con derecho a mirarse en un espejo, andar sin taparse, tener hijos si quieren y dejar la cocina de humo que las está matando por no poder respirar.
¿Saben? Yo vaciaba Afganistán de mujeres, y allí se las apañen los salvajes procreando entre ellos. En mi casa hay sitio.

Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en el diario HOY de Badajoz el 23 de Agosto de 2021.

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