3 de octubre de 2022

CERTEZAS

 




Templo de Karnak en 1900. Foto internet.

Andamos desnortados porque todo corre demasiado y pasan cosas que nunca hubiéramos creído contemplar. Las opiniones y decisiones cambian de la noche a la mañana y, lo que antes era irrebatible, ahora se pone en duda y la orientación de nuestras vidas es todo menos algo con rumbo.

Lo primero que me llamó la atención en los cambios de opinión fue saber que las sardinas y el pescado azul en general eran buenísimos para la salud, cuando hasta que se descubrió esa cualidad eran poco menos que venenosos y lo comíamos sólo los menos pudientes. Al aceite de oliva, por la que mi añorada Nenina García Morales se batía el cobre para promocionarla, le pasó como al atún y las sardinas. Ahora se llama oro líquido. Aprender las cosas de memoria: tablas de multiplicar, lista de reyes godos, artículos de la Constitución, periodos históricos, ríos, capitales de países … son inútiles. Ahora hay que razonar los porqués de todas esas cosas que nadie conoce, pero es conveniente discutir sobra ellas y tratar de no llegar a las manos en medio del más absoluto desconocimiento. Las materias clásicas son una fruslería. La filosofía, el latín, el griego, la crítica literaria, el lenguaje hay que cambiarlos por ciencias, cosas prácticas, algo que nos haga vivir en un mundo virtual donde los pies no se asientan sobre conocimiento milenarios, sino sobre hallazgos inmediatos e innovadores que cambian, sin mucha certeza desde luego, pero con una invención que todo lo justifica como es el algoritmo. Lo que nos hacía sentir seguros con manuales escritos que se albergan en anaqueles, va desapareciendo. Estamos abandonando esa certeza a cambio de algo intangible e imposible de determinar.

No sé si usar energías renovables o quedarme con el petróleo. No sé si mi coche es más eficiente y menos contaminante que esos que llevan una pegatina con un piropo de ecológico. No sé qué es más cierto y eficiente en la construcción, si la madera o el hormigón. No sé si hacer caso a los artistas de las palabras, que son capaces de envolver en términos que parecen ciertos las más absurdas falacias, cuando esta actividad se está volviendo cotidiana y pretenden hacerme comulgar con ruedas de molino y a veces lo consiguen, porque es verdad que hay ocasiones en las que reconozco ingenio y diversión en esos ejercicios malabares.

La improvisación se está adueñando de nuestras vidas. Ese filósofo anclado en el fútbol que es Cholo Simeone nos ha enseñado lo provisional de nuestro paso por aquí, y sólo nos permitimos el “partido a partido”. Esa forma de vivir y de pensar nos ha convertido en seres inseguros, sin mucho futuro, sin pasiones duraderas, pero miren, yo recuerdo que uno de los momentos más felices de mi vida fueron unos minutos sentada en silencio entre las columnas del templo de Karnak en Egipto, sin nadie a mi alrededor, a la sombra, cansada y satisfecha de haber llegado allí creyendo que ese paisaje era real, que ese templo llevaba allí tantos miles de años que, en medio del desierto, me proporcionaba certeza y seguridad.


Matilde Muro Castillo.

Artículo publicado en HOY de Badajoz el lunes 3 de Octubre de 2022.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Es tristísimo pero es así, tal cual.

Anónimo dijo...

Estamos recogiendo lo que hemos sembrado. Es lo que hay.
Pasarán más de mil años muchos más... y las ruinas de Karnak seguirán igual.