Hoy están enterrando el cuerpecillo de la reina que fue de los ingleses durante la friolera de setenta años.
Vivimos tiempos raros. Pasan muchas cosas sin importancia y nos doblegamos ante acontecimientos que deberían de entenderse como naturales. Si a la edad que tenía Isabel II no se esperaba la muerte, vamos de cogote. Los medios de comunicación, alimentados desde la casa real británica y ninguna otra fuente, porque es un sitio hermético del que no se escapa nada que no sean las costumbres excéntricas del nuevo monarca, como que se le planchan los cordones de los zapatos todos los días, que no sabe escribir con estilográfica (a las pruebas me remito), que va a despedir al servicio sin contemplaciones, que no quiere saber nada de los perros de mamá, y que es más viejo que joven y no ha tenido tiempo de aprender nada, excepto estas cosas, poco más se sabe de la reina fallecida que no sean las alabanzas lloronas de los súbditos, el duelo de los jefes de estado que han transmitido su despedida con mayor o menor acierto, y los recuerdos del entrenador de sus caballos Monty Roberts, que vive en USA y aparece en las televisiones vestido de cowboy diciendo que la reina tenía más de mil premios en carreras conseguidos por sus caballos. Veremos ahora qué hace el rey con los animalitos, porque no parece que sea aficionado a nada que no provenga de la acuarela.
Esta señora ha cumplido a rajatabla lo que ella misma se asignó cuando la coronaron y poco más, lo que ocurre es que la cabezonada ha durado mucho tiempo. Sus intervenciones no han sido especialmente memorables con discursos para recordar, actitudes que marcaran un antes y un después en evolución social, o la defensa de algo que no fuera su corona, su fortuna y estar rodeada de personas disfrazadas con uniformes estrafalarios que han sido adoptados por bebidas alcohólicas, penachos de plumas en la cabeza, gorros de piel de oso, o esclavitas con cofia.
Setenta años repitiendo una y otra vez el diario devenir de las horas, sin que se sepa si leía algo que no fueran los informes de Scotland Yard o los manuales de educación de perros Corgie es complicado, y creo que ese tesón en lo verdaderamente inútil merece el homenaje que está recibiendo de ese pueblo que gime ante la falta de seguridad que se les avecina, porque lo que viene ¿qué quieren que les diga?, no parece más de lo mismo, por lo menos no tan aburrido y falto de expectativas.
Imagino que cuando el servicio secreto le dijo que, debido a su tamaño diminuto, no podían verla en medio de los jefes de estado a los que daba la mano o delante de las vallas protectoras y decidió vestir de colores rabiosos con sombreros de copa alta para que la detectaran, la revolución debió de ser un tsunami en esa casa. Esos han sido los cambios memorables. Poco más.
Yo le deseo descanso eterno porque lo ha merecido y decirle a ese pueblo británico que la muerte es segura, pero la hora … no.
Matilde Muro Castillo.
Artículo publicado en el Diario HOY de Badajoz el lunes 19 de septiembre de 2022.
1 comentario:
Demasido entierro, demasiados caballos y todo demasiado. Con todos los problemas que tenemos. Gracias Matilde.
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