4 de mayo de 2015

ASOMBROSO









Después de un fin de semana cargadito he repasado los periódicos en un momento de tranquilidad, y me he descompuesto al ver que la corrupción en nuestro país parece marca de la casa (léase el innombrable pepero presidente de la Diputación de Valencia), y que los hombres que han sido el pilar de la defensa de los trabajadores no han tenido la vergüenza torera de pedirnos perdón a los españoles por su gestión con los dineros europeos durante los últimos diez años (unas veces por acción y otras por omisión)
Ver a los dos padres sindicalistas pidiendo que se cumpla con honradez, diciendo que hay que hacer lo que ellos no hacen y que no están dispuestos a marcharse ni con agua caliente, me revienta el hígado. Los sindicatos no tienen predicamento y su ejemplo es grotesco para los que ya habíamos perdido la fe en todo.
Ahora ¿en qué creemos? ¿En la empresa? Han conseguido poner al furtivo de guarda del coto. Alucinante de verdad.


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