13 de julio de 2020

MERECER

Merecer

MATILDE MURO
No me gusta oír que tenemos lo que merecemos, sobre todo cuando la frase hace hincapié en el fracaso como ser humano, sociedad o votante.
Si fuera verdad el axioma, las cosas iban de otra manera, porque mi madre, a la que sigo adorando, y con la que hablo cada día, aunque lleve quince años sin abrazarla, porque cometió el error de morir, no se merecía un tanto por ciento muy elevado de la vida que le tocó vivir. Mi padre fue víctima de su propia vida, y nació en un país que a él no le mereció. No lo comprendió, no supo ver su inteligencia y se desnortó en guerras de otros. No mereció esa vida.

Mis hermanos, todos sin excepción, merecen mucho más de lo que son. Listos, guapos, cultos, inquietos, padrazos, madrazas, abuelos de España y de Italia, profesionales admirados y admirables, honrados y buena gente. ¿Merecen estar al albur de las ocurrencias ajenas, de los charlatanes de púlpitos o de hemiciclos? Creo que no, no merecen tanto lío que, digan lo que quieran, acaban con el sueño del más pintado.
Mis amigos artistas se debaten entre el ser lo que quieren ellos, o decidir comer todos los días y ser lo que les manda el señorito de turno. Son verdaderos creadores de belleza, que reparten paz de alma y tranquilidad de espíritu con la contemplación de sus obras. ¿Para qué? No merecen la inquietud propia, el hambre y la incomprensión.
Puedo seguir la rueda de lo que se merece o no, pero no debía de ser necesario hacer hincapié en los méritos propios, o lo que los otros deciden que sean ajenos, aplicables a su santo entender.
Nuestra sociedad es cainita y justifica sus comportamientos sólo con refranes y elucubraciones graciosas emanadas de ese bendecido «saber popular», que tiene su origen en el campo abonado del analfabetismo.
Si fuéramos capaces de aceptar con generosidad que los demás no tienen todo lo que merecen, que los pueblos son víctimas de personajes que se adueñan del poder intelectual y material de las gentes a las que machacan, por el mero hecho de haber sido elegidos con engaños y trampas en las cuentas; que nadie vive para ahorrar merecimientos, sino para acumularlos; que no hay un destino escrito en el que la presencia de Stalin eliminara a su población, la de Hitler a la suya, la de Gengis Khan a los suyos, la de Franco a los nuestros; si fuéramos capaces de entender que la vida es esfuerzo en común y que nadie quiere merecer el horror, la incomprensión, la guerra y el robo sistemático de sus impuestos y patrimonio humano, a lo mejor no caíamos en la complacencia de la incultura. Nos rebelaríamos contra lo que durante siglos se ha establecido como algo natural: tenemos lo que merecemos.
No es verdad. Como seres humanos merecemos respeto, cariño, educación, salud y tranquilidad. Todo lo que va contra ese comportamiento es producto del engaño de los que lo practican, no de los seres que votan de buena fe.



5 comentarios:

Unknown dijo...

Lo has clavado. Enhorabuena. Y de tus hermanos soy testigo. Gracias que te lo mereces.

Unknown dijo...

Muy bueno y muy en la onda del libro de P-R "Una Historia de España".

Unknown dijo...

Respecto a los que votamos con buena fe se aprovechan de nuestro voto"la ignirsncia de un votante en una democracia perjudica la seguridad de todos J F k "" me encanta keeete cada día bueno algunos días faltaste cuando pase lista

Otracarola dijo...

Bueno, algunos sí merecen que el cielo les caiga sobre la cabeza. Y me suelen gustar mucho los refranes. Casi siempre les encuentro acomodo en situaciones concretas. Pero sí, tienes mucha razón.

Anaggl dijo...

Cuanta razón.
Ay...mis padrinos,mucho aprendí.