14 de diciembre de 2020

LA MALA EDUCACIÓN

 


LA MALA EDUCACIÓN
Matilde Muro Castillo


Un niño italiano de nueve años llega a España en tren y abandona definitivamente a su familia, para ser rey de un pueblo al que no conoce, y no sé si tenía ganas de conocer.
Su educación es puesta en manos de militares, bajo la supervisión de un dictador asesino que ha tenido la ocurrencia de nombrarlo heredero de sí mismo, por una afrenta con el padre del niño, que se consideraba un rey destronado y que se dedicaba a aventuras marineras tatuadas en la piel, como viejo lobo sardinero.
Cuando se hace mayorcito le dicen que tiene que casarse, con alguien predeterminado por la corte de adláteres que deciden su educación y destino a fuerza de miserias económicas y apariencias fatuas, que se nutren de préstamos que serán cobrados cuando el muchacho llegue a ser rey. No hay problema ni destinos excesivamente forzados. Llega a ser rey y resulta simpático. Ya tenía tres hijos y se instala como señor de súbditos a los que alimenta de leyendas amorosas, escapadas, amantes que corren de boca en boca, negocios que favorecen la economía española, sin importar los medios con los que se consigue. “Es un Borbón” y se le perdona esa mala educación en todos los sentidos, que cuando puede y tiene ocasión asoma, mientras su pueblo y consejeros le ríen las gracias sin parar. Obedece sin chistar y hace lo posible porque se instale la democracia en el país, ya que es más cómodo que otros gobiernen en su lugar, y él siga de figura adorada a la que todo se perdona y se copia, porque el pueblo que lo mantiene hace lo mismo: engaña a hacienda, es pillo, si puede esconde, mentiroso, celoso, trapacero e infiel.
Se hace mayor y se cansa de tanto control y de tanta libertad de los demás para hablar de él y sus correrías, y le suelta el mochuelo a su hijo, un guapo muchacho educado por su madre (los hijos en España son cosas de las madres), con estudios, vocación de astrólogo y sueños escondidos en razón del deber que la madre impone porque, como hija de reyes en ejercicio, llevaba en la sangre el cumplimiento de normas.
El hijo levanta alfombras de palacio, quiere cortar desmanes, regalos, prebendas, y quiere ganarse el sueldo con el trabajo. Al fin y al cabo es un buen sueldo, pero él está bien formado y sabe lo que se le avecina antes o después si sale a la luz el modus operandi de la casa real en cuestión.
Con lo que no ha contado es con el pueblo al que gobierna, que sigue siendo infiel, truhán, desmemoriado, y vengativo.
Ese pueblo que ha creado a su padre como es, lo ha relegado a una residencia de pensionistas pagada por otros, quieren verlo en la hoguera sin importar lo que hizo por ellos sin pedir nada a cambio, y ahora no soportarían un perdón regio, porque lo merece, y porque a ese pueblo, capitaneado por corsarios incultos, se le llena la boca diciendo que todos somos iguales.
Todos no. Unos cuantos han recibido mala educación y han sido niños abandonados en manos impropias. No merecen ser masacrados nunca.
No estamos siendo un gran pueblo.

https://www.hoy.es/opinion/mala-educacion-20201214001108-ntvo.html




1 comentario:

Unknown dijo...

Tienes toda la razón. Pienso que nos ha dado más, que nos ha quitado. Otros quitan, no dan nada ni lo devuelven. Viva el Rey.