16 de marzo de 2015

¿A QUÉ VENÍA YO?



Dispuesta, ligera y aparentemente segura, salgo de casa después de dejar a los perros recién bañados y adormecidos como consecuencia del calorcito del agua. Enfilo la calle del Reposo y pienso que hace más frío de lo que marca el termómetro de mi teléfono, pero al llegar a la plaza la temperatura sube. Lo mismo de siempre, a lo que nunca me acostumbro.




Cruzo la plaza y enfilo la calle peatonal. Saludo a todos los que me cruzo y todos dicen mi nombre al responder al saludo. Sigo el camino y pienso que me juego la vida al transitar por encima del aguacero que muchos días se organiza al regar las calles con exageración.
Continúo rápida, y ya no me cruzo con nadie, y me extraña que la calle esté sembrada de papeles y bolsas vacías que los chavales engullen sin control. Siempre está limpia a esta hora.
Llego a mi destino y ... la puerta está cerrada.
¿A qué venía?
Ah!, es domingo y pensé que era lunes.

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