19 de marzo de 2015

VIAJE I


Por circunstancias extraordinarias que no vienen al caso, llevo unos días saliendo de casa a la hora en la que suelo sentarme en la silla a trabajar, y viajo. Salgo de la ciudad y me desplazo en coche hasta el nuevo lugar. Como llevaba tiempo sin moverme, todo resulta casi nuevo, y agradezco lo generosa que es la naturaleza, que responde con rapidez y abundancia a la aparición de la deseada lluvia, revistiendo el suelo de verde y colocando a los animales repartidos en las praderas, cuando hacía unos días se arremolinaban en los comederos de paja y miraban a la carretera esperando al amo.
He visto cigüeñas paseando entre cerdos y vacas, algún conejo aguerrido que cruzó la carretera de dos saltos, un ciclista solitario cargado de paquetes, como el que lleva la casa a cuestas, águilas, y mucha ave de presa revoloteando a grandes alturas.
El sol se abrió paso un rato entre las nubes, pero se cerraron en banda y amenazaron con arrojar la carga de lluvia antes de que llegara a mi destino.
De pronto se movió el viento, ese que anuncia aguaceros, y al fondo divisaba el destino, y pensé que iba a llegar antes de que arrancara la lluvia.
Ah!, la Guardia Civil estaba donde siempre: escondida en un camino con la cámara presta al disparo. No han debido recibir el BOE en el que se dijo que no se podían esconder.
Si mañana repito el viaje, me paro a decírselo.


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