17 de marzo de 2015

BOBADAS




En las redes sociales nos permitimos la ternura que en la vida cotidiana no somos capaces de aplicar. Nos gusta ser duros, inquebrantables, serios, fuertes, recios y poco amorosos.
Tengo una amiga, a la que voy a ver pronto, que dice que echa de menos mis abrazos, igual que yo echo de menos abrazar a mi madre o coger la mano de mi padre, y resulta que cuando el día va transcurriendo y ante mis ojos pasan imágenes cotidianas, me doy cuenta de que siempre en el camino del reloj, cuando las agujas se cambian
por evidencias de que la luz se abre camino entre las sombras, sigo reconociendo las bobadas que me emocionan: los llamadores de las puertas, un barco de papel en el alféizar de una ventana, escaleras de madera apoyadas sobre dinteles de piedra vieja, cubos de cal apagada donde se ahogan brochas de pelos recortados abrazadas por trapos viejos, cristales antiguos en ventanas de madera que casi no cierran, placas de La Unión y el Fénix que dicen que las casas siguen aseguradas de incendios ... y me gusta contarlo en estas redes sociales donde la ternura se combina con las barbaridades, las protestas y el ingenio.

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