5 de mayo de 2020

PACHÍN


Hoy hace un año que has muerto Pachín. Hija, ¡qué intensa para todo! Vas y te mueres justo cuando teníamos pensado ir a India juntas a enseñarnos mutuamente las cosas que hemos vivido allí, cada una por su lado.
         No sabes el añito del que te has escapado. De tu familia no te cuento nada, porque ya ves que están arrastrando la existencia sin ti como pueden, pero como a cada paso estás presente, no dejas a las chicas de la mano, ni a tus nietos, ni a tus yernos, ni a nadie, poco puedo contarte. Además, como eras de las de escribir todo, lo dejaste tan organizado y dicho, que no ha sido fácil desobecerte y todo camina según lo tenías previsto.
         Con respecto a lo demás, a lo que nos hacía hablar por teléfono, el follón en el que estamos metidos, te lo has perdido.
         El verano pasado fue caluroso. Pudimos sobrellevarlo porque arrancó a llover al poco de morir tú y el mes de Mayo fue estupendo llenando pantanos y dejándonos que se pudieran regar los jardines. Luego el resto del verano, abrasador.
         Estuve en México y vine deslumbrada. Hasta te compré unas telas de colores para que me encuadernaras, allá donde estés, porque seguro que esas manos no están quietecitas, para que me encuadernaras, digo, unas carpetas donde archivar los papeles que hacienda, (que la tiene tomada con los españolitos), me pide sin descanso. Ahí tengo las carpetas esperando que te decidas a ello.
         Después de México se casó Adriana. No sabes que boda más bonita. No te haces idea de lo que disfrutamos, cómo lloramos, nos reímos, bailamos, cantamos. Qué buena gente, qué recuerdo tan hermoso y alegre. Fue una bocanada de emociones ver a mi niña de la luna casada con Alberto, un personaje simpático que sólo hace falta mirarlo para quererlo a rabiar. Ya, ya sé que no te acuerdas de lo de la luna. Adriana cuando era muy chiquitina y estaba en la calle, si se hacía de noche y había luna, señalaba con el dedo y no paraba de decir: “mira, la luna”. Le fascinaba. Luego decía: “luz, es la luz”. Al rato, cuando volvíamos una esquina y aparecía de nuevo la luna, vuelta a empezar señalando con su dedito: “la luna”. Era un amor. Verla casada me hace vieja Pachín, pero no sabes qué ilusión verla tan feliz y a su hermano llorando de lo que la quiere, sin poder leerle lo que tenía preparado.
         Antes de la boda me quedé coja. Una rodilla. ¿qué te voy a contar a ti de las rodillas que no sepas? ¡Qué lata!, parece mentira que una cosa tonta te imposibilite de esa manera. Era como si el mundo se me hubiera venido encima, con un simple desgaste de la edad y de las burradas que hago, me quedo incapacitada. No podía dar un paso sin un dolor intenso. No me podía vestir, ni dormir, ni nada. Qué tortura. Te lo cuento porque tú me entiendes, con lo que llevas pasado con las rodillas. Mi médico de cabecera, que es sabio y no se las da de ello, me recetó unas pastillas y me dijo: “vuelva en un año”. Los ojos me dieron la vuelta y pensé para mis adentros: ¡un año! Este hombre se ha vuelto loco. Pues sí. Me han hecho todo lo que se puede hacer a la rodilla y más, y aquí me tienes que mejora con las pastillas y camino con cierta donosura, paseo a los perros, he vuelto a hacer disparates, y creo que retomaré la vida normal del todo en un año, como dijo mi sabio de cabecera.
         Las Navidades, peripatéticas de ánimo como siempre. En casa desde que madre murió, se acabaron. En la tuya, pues también, pero las chicas sacan la fuerza de flaqueza que les dejaste inyectada en vena, y lo han pasado fatal, pero todos juntos. Como además tienes esa colección de nietos hermosos, resulta que la alegría es inagotable.
         Fueron bien las ventas de Navidad. Muchas de las clientas preguntaron por tus agendas y cuadernos. Como se habían vendido el año pasado y no tenía más, fue un motivo más para echarte de menos.
De verdad que está siendo una pesadilla que hayas muerto. Te has ido justo cuando las dos teníamos la oportunidad de compartir las cosas que nos gustan codo con codo. Eso sí, tú estabas como siempre con una prisa por todo, que resultaba pesadísimo. Como a mí me pasa lo contrario, que he caído en una especie de relajación completa y hago lo que quiero, donde y cuando quiero, siento que no hayas esperado a que te lo enseñe, porque lo hubieras aprendido.  Aunque dudo ahora que lo escribo, de si a nuestras edades estamos las dos para que nos enseñen nada, o más bien para enseñarlo al que lo quiera aprender.
         Había pasado la Semana Santa a todo lo que dan las trompetas, tambores, mantillas, velas y flores y esos santos paseando por la calle, y te habías puesto mala de repente. Todo en ti de repente. Con unas prisas locas por terminar con la enfermedad, unas prisas enormes por acabar y ya está, a otra cosa mariposa.
         Te despediste cuando aún podías hacerlo, dejaste las cosas atadas, todo dicho, todo organizado y ya, ¡hala!, cuanto antes, que esto termine de una vez, porque ya que estamos en ello, es mejor acabarlo. Cerrar el expediente y ordenarlo en el cajón correspondiente con la nota que aclare cuál ha sido la finalidad del asunto y el resultado. Cuando todo esté liquidado, pasamos al siguiente.
         Hoy hace un año que el expediente se cerró, pero si te cuento lo que ha pasado desde entonces, no te lo vas a creer.
         Estamos metidos en casa sin salir hace casi dos meses. Toda España. No sabes qué disciplina, orden y comportamiento del pueblo español. Claro, que a la fuerza ahorcan. Si te dicen que si sales a la calle te puedes contagiar de un bicho invisible que se llama COVID-19 y te mueres, pues a casita sin dudarlo. No hay trabajo, no hay nada de nada. Silencio absoluto. Hospitales atiborrados de gente y muertos en cantidad todos al tiempo, que es lo peor, que toda la gente se ha puesto mala al tiempo y los hospitales desbordados y sin saber qué darles para curarlos. El bicho nació en China y se ha expandido por el mundo. Como los chinos son tan marranos en todo, no se lavan porque dicen que no se manchan, comen las cosas más increíbles sin control, se mezclan con toda clase de animales y se los comen vivos, mira el lío que han formado. Encima, como no cuentan nada de lo que hacen ni pasa, no vaya a ser que nos enteremos, se han callado durante meses como ladinos, y no han dicho al mundo que se les había escapado el animalito, que está aterrorizando al mundo entero, porque nadie estaba preparado para este lío.
         Los niños en casa estudiando a distancia, los funcionarios en casa trabajando con sus ordenadores y gastando su luz y su agua, los ejecutivos en zapatillas desde sus casas dando órdenes día y noche, los políticos mirándose por la tele todo el rato, los                                       coches parados, no hay aviones Pachín, no lo vas a creer, pero no hay aviones. Dicen que Madrid no tiene boina, ni Barcelona barretina. Que los corzos corren por las carreteras de las ciudades, y los jabalíes, y los patos atraviesan las autopistas caminando, y los flamencos han vuelto a Venecia y, como sigamos así, las ovejas tendrán que ir a comer al Retiro para poder mantener el orden en el césped.
         En India igual. El hambre campa por sus respetos. Los ricos de las ciudades, como siempre hacían por la noche, organizan grandes caceroladas de comida y reparten entre los miserables, pero ahora las colas son inagotables. Dan vueltas y vueltas. El joyero de Khan Market, Popli, ha organizado una locura de cosas, ha contratado a más de cien personas para que repartan comida en el viejo Delhi y lleven en Jaipur, donde le tallan las piedras, comida todos los días. Me manda fotografías casi a diario y me cuenta cómo van las cosas. Nos ha mandado dinero a mis chicas de Vijayaray y ha encargado que le cosamos mascarillas que nos compra. Cuando le he dicho que las regalamos, le ha dado lo mismo, y nos ayuda. Gente buena Pachín, como siempre hemos encontrado en India.
         Además de Popli, Vinay, Mahendra, Hassan… tantos otros que, como ha pasado en España, se han dedicado a ayudar a los demás. Están siendo ejemplares, por lo menos los que conocemos, porque de los demás, mejor no hablar.
         Aquí en España las mandarinas están a dos euros. ¿Te lo puedes creer? Y las colas a los supermercados dan terror. Se enriquecen. La compra ha subido muchísimo, los productos básicos han multiplicado el precio y ya me pueden decir lo que quieran, pero se están haciendo ricos los de la comida, los Mercadona y compañía, aunque los campesinos sigan arrancando cebollinos con sus manos a céntimo el mazo.
         Lo nunca visto Pachín, y vas y te mueres. Te lo has evitado, desde luego, pero has dejado un silencio que no sé cómo lo voy a rellenar.
         En fin chica, te dejo que tendrás que hacer por allí algo. No olvides por favor, que las telas que traje de México para que encuadernaras, siguen esperándote.
         Te quiero Pachín.


Matilde Muro Castillo.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Gracias a ti, sin conocer a Pachin también la queremos.

Anaggl dijo...

Q buena gente conoces y tienes a tu lado ,Matilde.