3 de mayo de 2020

VACACIONES


Desde hoy os dejo en paz. Ya no voy a daros más la paliza de recibir el enésimo wahtsapp del día con un texto que, además, hay que leer.
         Voy a concederos un descanso de acuerdo con las previsiones del presidente del gobierno, que dice que no nos creamos que somos tan libres, que nos van a volver a encerrar si nos portamos mal, y entonces arremeteré de nuevo con mis cosas absurdas, esos relatos salidos de los dedos sobre el ordenador, más que de la cabeza.
         Os queda una misión poco fácil. Salir a la calle, reconocer los sitios de siempre, no marearos ante la inmensidad de la calleja del fondo, en comparación con el pasillo de casa. Os habéis puesto zapatos por fin y os habéis acordado de atar los cordones. Habéis ido alejándoos de lo que al fondo se supone que es un ser humano que se tambalea ante la inseguridad que proporcionan las aceras vacías. Os habéis vuelto a casa antes de la hora prevista porque hay más policía, ejército, municipales y guardias civiles de lo normal, para ayudarnos a ser humanos anti contagio. Habéis sacado las monedas del periódico con guantes de goma, y maldita sea la gracia porque no hay quién maneje esas monedas, la mascarilla, los guantes, la asfixia y la torpeza que proporciona el disfraz. Habéis sudado porque de repente se ha puesto un calor en el cielo, para matar al virus y a todos nosotros que ¡sálvame dios!; pero lo más importante es que no os habéis secado el sudor por miedo a auto contagiaros, y las gotas caen sobre la frente y las absorbe la mascarilla que ya anda por debajo de la nariz. La tortura dura una hora como máximo.
Os lo advierto: no tratéis de sacar perros y niños juntos mientras vais a la farmacia o a la compra del pan y el periódico. Puede ser una escena circense de la que sales trasquilado. Los perros se escapan porque los niños no quieren sujetarlos, pierdes la cola de la farmacia justo cuando ibas a entrar, la quiosquera no acierta con el periódico porque no sabe manejar bien la prensa con guantes, y no has entendido lo que cuesta la revista de turno porque tiene una mascarilla de esas con trompeta, que no se entiende nada de lo que dice. Mientras tanto los niños se han escapado de tu vigilancia y te has quedado sin perro.
         Hay que salir por primera vez solo. Que no te acompañe el partenaire de la encerrona. Es un disfrute ver a la gente lejos, muy lejos. Que no te indique nadie por dónde debes ir, una vez liberado. Que nadie te diga que te pongas o quites guantes. Que nadie te explique cómo se aprieta la mascarilla. Que nadie te diga quién es el buzo que viene de frente, la deportista que pasa como una exhalación o el niño que trepa por las rejas de la urbanización. Nada. Que no te hable nadie por favor. Acabas de salir de un viaje al infinito y conviene meditar en soledad. Hay que hacerse fuerte ante la nueva situación y no es fácil.
         Otro consejo. Tienes que acostumbrarte a comprar en las tiendas de barrio. Imprescindible si quieres sobrevivir a la segunda pandemia que nos han anunciado. Si no lo haces, no podrás volver a comer en ese segundo envite. No podrás volver a mandarle flores a tu madre en un día como hoy, ni echar de menos que mi tienda esté cerrada para haberle comprado alguna fruslería de las que emocionan, por imprevisibles, ni volverás a comer pan, ni a comprar frutos secos para no engordar, ni a tener esa patatera casera que nos ha hecho más llevadero todo. No volverás nunca a ser el mismo si no mantienes y acrecientas el pequeño comercio. Los grandes están bien, pero para una pandemia, ¿qué quieres que te diga?, son poco cercanos, y si algo hemos echado de menos, ha sido la cercanía.
         Va otra sugerencia. Se nos han ido muchos amigos, famosos, gente que nos ha ayudado a sobrevivir muchos años como Aute por ejemplo, José María Calleja, el periodista más valiente que he conocido, Beatriz, mi hermana carmelita misionera del alma que se fue creyendo que su fiebre era porque se cogió las maltas cuando tenía cuatro años, y murió a los ochenta y tantos hace un mes. Nos han dejado muchos, demasiados, y no estaría mal hacerles un pequeño homenaje silencioso cuando por fin salgamos a calle, y en su nombre nos detengamos y, como maestros del arte del toreo frente a morlacos difíciles de encarar, digamos para nuestros adentros: ¡va por ti maestro, que me lo enseñaste todo!
         Y en esta despedida, de momento, os doy las gracias por haberme leído, por haber comentado todo lo que os ha parecido, por haberme seguido y por no haberme rechazado nunca.
         Sigo a lo mío, que no sé muy bien qué es, excepto que me encanta vivir, que escribo un artículo cada quince días en el Hoy de Badajoz, que leo como si tuviera un trastorno obsesivo compulsivo, que me hago vieja pero sólo de articulaciones, que sueño con celebrar una gran fiesta en mi casa, cuando la autoridad competente me deje, a la que quedan todos ustedes invitados. Que echo de menos mi Café La Victoria y ese café que me pone Parrita todos los días en la Plaza de Trujillo (la más bonita de España, por cierto), como nadie puede imaginar. Que quiero que todo esto se termine en paz y bien para todos y que vamos a salir más pobres, más arruinados, con más paro, con menos inversores externos, con menos de todo, pero sabiendo que, o nos apañamos entre nosotros, o no hay forma de levantarse.
         Si miro hacia el exterior, todo está igual. Alemania tiembla ante su déficit, Estados Unidos da la vida de los demás por las fábricas en marcha para que se alimenten las de Trump, Francia repite que su presidente no quiere pensión (tiene 40 años y me río de las pensiones de Francia), pues nada chicos, veniros a España en coche, que aquí hay pan para todos como mínimo, acaba de salir el sol y las terrazas están poniéndole ruedas a las sillas y las mesas para mantener las distancias de seguridad.
         Volveremos a leernos. Os quiero.

Matilde Muro Castillo.

           

6 comentarios:

Unknown dijo...

Nos vemos en cuanto podamos. Te queremos.

Otracarola dijo...

Eh, ni hablar de irte. Mira que esto no se ha acabado. Necesito que me ayudes a realizar una idea loca. Te llamo mañana.

Unknown dijo...

Has puesto un granote de arena para alegrarnos el alma en este encierro.
Gracias

Smuroconcha dijo...

Y ahora que hacemos las adictas a tu blog? Es como si nos dejaras huerfanas. Mirntras tanto disfruta esta etapa como solo tu sabes hacerlo. Un abrazo Matilde

Unknown dijo...

Pues a mi también me alimentaba el alma leere a diario..

Anaggl dijo...

Tus artículos es uno de los mejores momentos de la rutina,q tristeza volver a la normalidad sin leerte...