17 de abril de 2020

CUENTAS




-       ¡Vamos niños! Todos a la clase. Hoy tocan cuentas. Vamos a aprender a sumar, restar, y … nada más. Vamos a aprender todos.
-       ¡Señorita!, faltan dos. ¿Podemos empezar sin ellos?
-       Sí. Luego aprenden porque lo que no pueden es llegar tarde todos los días y protestando. Vamos a ver. Empezamos con sumar. Sumar es juntar los números, es decir, los números que son del 0 al 9 se juntan unos y con otros y una vez que están unidos dan más cantidades, que poco a poco vais aprendiendo, aunque hay veces que los números no se pueden mezclar ni sumar si no son de las mismas cosas, como por ejemplo no se pueden sumar vivos y muertos juntos ¿Lo habéis entendido?
Silencio sepulcral en la clase. Se miraban entre ellos y empezaban a llorar en silencio, porque a más de uno se le había muerto el abuelo hacía unos meses y nadie le sabía explicar porqué había sido. La abuela, que era la que le explicaba todo, no estaba en su casa y no podía ir a verla porque decían que le iba a pegar la tos, y que digan que los números no pueden sumar las mismas cosas, les confundía, porque vivos y muertos eran la misma cosa: personas.
De repente una niña, de aspecto espabilado entre los quince que allí estaban mirando a la maestra, pregunta:
-       ¿Entonces las personas no son números?
-       Sí. Son números. Las personas son números que se suman uno a uno o de cien en cien, o de millones, pero todavía no hemos llegado a esa cantidad. Las personas son cosas, como peras, coches, tuercas, cuadernos o patatas. Son cosas. Las personas son cosas.
-       Pues la señorita de Humanidades dice que las personas no son cosas. Que las personas son personas, seres humanos. Que hay que cuidarlos – dice el llorón de la tercera fila.
-       Sí, pero ahora estamos hablando de sumar. Vamos a ver. Empiezo. Si tú que eres del primero derecha te juntas con Leo que es del segundo izquierda y salís a encontraros en el parque con Sandrita, que vive en el cuarto central, ¿cuántos salís a jugar juntos?
-       Dos. Salimos dos, porque Leo siempre llega tarde y nunca se entera de lo que pasa. A lo mejor viene más tarde, pero salir, salir, dos.
-       Creo que no me estáis entendiendo. Vuelvo con las personas. Si en tu casa hay tres personas y en casa de Matías hay cinco personas, ¿cuántas personas hay en total?
-       Depende de la hora señorita. Porque mi padre se levanta muy temprano y nunca está en casa, y además dice que si el cartero viene con cartas para firmar digamos que no está nunca, que ya no vive allí, y que se ha ido en un barco y que no sabemos cuándo va a volver. Mi madre dice que ya quisiera él irse en un barco y no volver, pero que se queda en casa. Por eso no sabremos nunca cuántos somos.
-       Ya. Pero a mí no me interesa la vida de tu familia. Mira. Estamos aprendiendo a sumar y cuando sepáis sumar, vamos a aprender a restar.
-       ¡Yo sé restar! – dice Eljordi desde el fondo.
-       Tú no puedes saber restar, porque no sabes sumar. Además has llegado tarde y has arrastrado a Pilarica a patadas. Sabes que estás castigado, que te vas a callar y que vas a aprender a sumar.
-       ¡Yo no voy a aprender a nada de lo que me enseña! ¡Yo sé más que los demás porque soy más listo y aprendo de la Comunidad Europea, que me lo ha dicho mi padre! Se lo voy a explicar: mi padre dice que estar vivo es igual que estar muerto. Que las cuentas son cero. Que si una persona nace y luego se muere, que ¿para qué? Cero. ¿Es así o no es así? Si uno nace y gana, gana, gana, gana y gana dinero y lo guarda para él en otro país, lejos, que nadie lo vea y nadie se lo pida, se puede morir y ya no hacen cuentas con él. Creo que mi padre tiene razón.
-       ¡Vamos a callar y a sumar todos!
-       Una persona, más una persona, más otra persona, más otra más, ¿cuántas son?
-       Tres – dice Luis.
-       ¿Cómo tres?
-       Sólo ha dicho tres veces la palabra persona. No hay más personas.
-       Sí. Otra más.
-       Pero no ha dicho persona.
-       Creo que vamos a cambiar el ejemplo: vamos a sumar patatas. Una patata, más otra, más otra, más otra, ¿cuántas son?
-       Tres otras y una patata
-       Voy a tratar de que entendáis en qué consiste la suma: hay que poner en claro las cantidades que, aunque parecen ocultas, en realidad se acumulan en un espacio que todos ocupamos sin saber determinar el hueco cúbico que deberíamos componer. La arbitrariedad etérea de los nominales abstractos, se reparte a partes iguales, sincretizando los valores volumétricos en episodios lineales, y al final de la fórmula recompensada de los catalejos prácticos, somos capaces de calcular el total de la materia buscada.
-       ¡Con dos cojones! – Dijo Rafael desde el fondo.
-       ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ RAFAEL!!!!!!!!!!!!!!! ¿Pero qué has dicho?
-       Que lo he entendido señorita. Que lo he entendido. ¿porqué se enfada de esa manera? Eso es lo que dice mi padre cada vez que sale la ministra explicando las cosas en la televisión: ¡con dos cojones!
-       ¡Rafael! – le grita de nuevo la maestra. Como vuelvas a decir eso, te vas a la calle.
-       Señorita, pero si eso lo dice mi padre.
-       ¡Mal dicho! Eso no se dice, pero me alegra que hayas aprendido a sumar y que lo hayas entendido. ¡Ah!, mañana doy yo la clase de gimnasia porque Javi va a dar clase en otro curso. Para la clase de gimnasia traéis bocadillos de chope. Hasta mañana.

Matilde Muro Castillo.

3 comentarios:

Susana dijo...

Así es como suman algunos últimamente...

Anónimo dijo...

Los del gobierno han estudiado todos con esa maestra

Unknown dijo...

Cuando la enseñanza es kafkiana.